En la reunión de política monetaria de la Reserva Federal, miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC por sus siglas en inglés) decidieron aumentar la tasa de referencia en 25 puntos base, como era ampliamente anticipado por los analistas. En el mercado, el movimiento también estaba plenamente descontado, ya que las lecturas de las tasas implícitas en los futuros asignaban una probabilidad cercana al 100 por ciento. Ahora, la tasa de Fondos Federales se ubica en un rango entre 5.25-5.50 por ciento, la más alta en los últimos 22 años, acaparando la atención de los principales encabezados. Pareciera que dejaron atrás el dato que la inflación en junio del año pasado, alcanzó un pico de 9.1 por ciento, siendo el registro más elevado de los últimos 40 años, por lo que el alza de tasas responde al comportamiento de los precios.
La decisión no sorprendió a nadie; de hecho, el comunicado fue bastante semejante al de la última reunión. Ergo, todos estaban atentos a la conferencia de prensa de Jerome Powell. Desafortunadamente tampoco hubo mensajes claros, ni contundentes, ni lo que se conoce como forward guidance, que son los siguientes pasos que trata de esbozar la Reserva Federal.
Luego del dato de inflación, pareciera que los mercados se encuentran complacientes con la trayectoria de desinflación que ha mostrado el índice general de precios, dejando a un lado que el componente subyacente, que muestra una inflación más estructural y marca la tendencia de inflación de mediano y largo plazos, se encuentra a más del doble de la meta del Fed. La caída en la inflación general se debe a varios factores, siendo el medular la caída en los precios de los energéticos.
Los mercados y analistas se encuentran divididos sobre las acciones que seguirá la Fed en la reunión de septiembre y la de noviembre. Hay quienes consideran que dada la lectura de inflación, este último fue el destino final de la tasa de Fondos Federales, por lo tanto hemos alcanzado la tasa terminal. Inclusive hay quienes piensan –entre ellos el staff de la Fed y el propio J. Powell– que es posible lograr un aterrizaje suave en la economía. Por el contrario, hay quienes señalan que el trabajo no está hecho y que posiblemente veamos un incremento adicional a la tasa de Fondos Federales acercándola a un rango de 5.50-5.75 por ciento. De hecho, en la gráfica de puntos, dada a conocer en la reunión del mes de junio el grueso de los miembros del FOMC consideraba apropiado subir 50 puntos base adicionales, por lo que luego de la decisión del miércoles todavía quedan “pendientes” otros 25.
En la conferencia, Powell señaló que las futuras acciones del Fed residirán en los datos, y para la reunión de septiembre se habrán conocido dos lecturas adicionales de inflación y dos de empleo. En ese tenor mencionó que era deseable ver un mercado laboral menos estrecho y una tasa de desempleo ligeramente más elevada.
La divergencia de las opiniones probablemente reside en los riesgos que se plantean en el panorama. En ese sentido, el dato del PIB del 2T23 sorprendió al crecer más que estimados. En el segundo trimestre del año la actividad económica avanzó 2.4 por ciento en su lectura trimestre a trimestre anualizado, acelerándose en el margen y sin mostrar señales de recesión. El consumo fue el componente que más contribuyó con el crecimiento del PIB. Al interior, destaca que los consumidores están priorizando el gasto en servicios.
La suma de un consumo que se mantiene sólido, en conjunto de un mercado laboral muy apretado con salarios revisándose arriba del 4.0 por ciento, aumentan las probabilidades de que la inflación no regrese al objetivo de la Reserva Federal en el horizonte del pronóstico. No es momento de aflojar el paso, debemos de observar una marcada desaceleración o una moderada recesión para ver una inflación que regrese al objetivo, y para eso se necesita que la postura monetaria sea más restrictiva por más tiempo.