Ha comenzado a publicarse la información de resultados corporativos del tercer trimestre del año de las empresas listadas en bolsa. En el agregado, se espera que las compañías hayan moderado los crecimientos en ingresos y utilidades, esto pese a la nula desaceleración que hemos observado en las economías de México y Estados Unidos.
Se espera que las empresas tengan resultados mixtos. Las corporaciones que tengan operaciones en el exterior se verán afectadas por la fortaleza del peso, que en el trimestre alcanzó una apreciación del 15.6 por ciento al comprarlo contra el mismo trimestre del año anterior. En esta ocasión, los flujos provenientes de las monedas duras jugarán en contra. Otro factor medular es que, los costos y gastos denominados en dólares favorecerán los márgenes de utilidad ante los movimientos de nuestra moneda. Adicionalmente, las empresas cuya deuda esté denominada en moneda extranjera pudiera verse positivamente impactada por la fortaleza del peso, aunque será parcialmente contrarrestada por el mayor costo de financiamiento ante las mayores tasas de interés. Finalmente, vale la pena mencionar que a nivel neto se espera volatilidad, tal y como se observó en esta ocasión con los resultados de la mayor empresa de telecomunicaciones en América Latina, cuya utilidad neta cayó cerca del 90 por ciento, principalmente por una pérdida cambiaria originada por su posición pasiva de dólares y la depreciación del peso del tercer trimestre con respecto del segundo trimestre. Si bien es cierto que la utilidad neta no sufre de una caída en términos de flujo, ya que las pérdidas no son realizables, la reacción en los mercados no se dejó esperar, con una caída significativa en el precio de la emisora.
Al margen de que los resultados, en el agregado, han perdido cierto dinamismo, resulta evidente el desencanto en nuestro principal indicador bursátil. En lo que va del año, los flujos de la Bolsa Mexicana de Valores por parte de inversionistas residentes en el exterior, han registrado salidas por el orden de 3 mil 803 millones de dólares.
Nuestro mercado no ha sido capaz de atraer y retener a un mayor número de inversionistas. En términos generales, lo que se observa en la mayoría de las empresas que conforman el principal indicador bursátil son valuaciones que ofrecen descuentos importantes, más aún al considerarlos contra sus promedios de los últimos cinco y diez años. El S&P IPC tiene un múltiplo EV/EBITDA (valor de la compañía entre el flujo operativo en efectivo) de 5.3x, que es semejante al que se encontraba en la crisis financiera del 2008-2009, y 19 por ciento inferior a los niveles que se presentaron durante el periodo más álgido de la pandemia. Resulta evidente el abaratamiento que ha sufrido nuestro mercado. Las emisoras más representativas presentan descuentos considerables. Por citar algunos ejemplos, Walmex está cotizando a un descuento del 18.5 por ciento contra su múltiplo de los últimos diez años, Cemex del 31.3 por ciento, Femsa el 38.8 por ciento. No se trata que las empresas que estén perdiendo su capacidad de generar valor, lo que es evidente es la pérdida de interés reflejada en menores precios. Las bajas valuaciones no han sido suficientes para detonar compras de valor (conocido como value investing) por parte de los inversionistas.
Aunado a ello, cualquier noticia negativa es el precedente de una estampida por parte de los inversionistas. Tan solo hay que recordar el reciente episodio de los aeropuertos, que por momentos perdieron más del 30 por ciento de su valor, o bien las emisoras que han publicado sus resultados, que aunque no reflejan una situación vulnerable en su principal negocio, los castigos en los precios –de por sí ya bajos– han sido importantes.
Pareciera que existe un enorme desencanto de las inversiones mexicanas a nivel global, ello sumado a que las elevadas tasas de interés han contribuido a frenar el apetito por activos considerados de riesgo, a pesar de que los descuentos son considerables. ¿Qué necesitará nuestro mercado accionario para detonar su valor?