Banco de México llevó a cabo su reunión de política monetaria en donde, como era ampliamente anticipado, mantuvo la tasa de referencia sin cambios en 11 por ciento, en una decisión dividida. El voto disidente fue por parte del subgobernador Omar Mejía Castelazo, quien en diversas ocasiones había sido sumamente vocal con respecto a su posición sobre relajar moderadamente la restricción monetaria. Aunque la decisión no resultó sorpresiva, ya que el grueso de los analistas había retrasado el momento en el que Banxico pudiera implementar ciertos ajustes a la tasa de referencia, las tasas implícitas no descartaban del todo un posible recorte.
Pero como siempre sucede, más allá de la decisión, el comunicado resultó la pieza toral de información para evaluar las acciones futuras de la Junta de Gobierno. En esta ocasión parece que lo más relevante es el énfasis con respecto a la desaceleración de actividad económica, ya que de facto resalta el menor dinamismo presentado en estos meses del 2024. En ese tenor, ponen sobre la mesa posibles ajustes futuros a la tasa de interés. Creo que el margen del organismo es muy acotado, pero no debemos de perder de vista que la desaceleración económica puede abrir el espacio para ajustes finos, considerando menores presiones en la demanda agregada de lo inicialmente estimado.
La realidad es que en el frente inflacionario, el escenario entre juntas, se ha modificado realmente poco. De acuerdo al último dato de inflación publicado esta misma semana, la inflación general avanzó a 4.78 por ciento, más que las estimaciones, mientras que la subyacente se ubicó en 4.17 por ciento ligeramente menor que la lectura previa. Es cierto, el repunte en la inflación es por el componente no subyacente, que resulta ser el más volátil, y que en esta quincena estuvo afectado por el comportamiento inusual de ciertos perecederos, lo que señala la poca incidencia de la restricción monetaria en la formación de estos precios. Pero insisto que, la inflación subyacente, que es el componente más estructural, y a pesar de que sigue descendiendo, el progreso ha sido sumamente modesto. Además, el componente de servicios, que me parece que es el factor medular de preocupación del organismo, se mantiene por encima de 5 por ciento desde hace un par de años. En ese sentido, considero que existe poco espacio para que Banxico recorte la tasa, a pesar de que ésta se mantiene en un terreno muy restrictivo, más inclusive de lo que pudiera necesitarse, de acuerdo a algunos integrantes de la Junta de Gobierno.
Sin embargo, la postura monetaria, aun sin haber sido modificada la tasa de referencia, se tornó menos restrictiva de lo que pudiera necesitarse. Las condiciones monetarias de un banco central no sólo se miden a través de las tasas de interés, también incide el tipo de cambio. Ante una depreciación de la moneda, la postura se torna menos restrictiva pues la oferta de bienes comerciables es menor, porque los agentes tienen mayor disposición a exportar, reduciendo la oferta local, al tiempo que la demanda por bienes producidos internamente tiende a ser mayor ante el encarecimiento de los productos del exterior. Este efecto es per se inflacionario, por lo que las condiciones monetarias apuntarían por el momento, a no reducir las tasas de interés.
Por ello, ahora Banxico tiene menos espacio para hacer recortes a la tasa de referencia. ¿Y hacia delante? Es posible estimar que la visible depreciación de nuestra moneda continúe un tiempo más, por la serie de eventos locales e internacionales en el corto plazo, que pudieran generar inquietud en los mercados y a la postre ver nuevos episodios de volatilidad y una depreciación. En ese sentido y ante la urgencia de consolidar la trayectoria desinflacionaria en el horizonte del propio Banco Central, debemos anticipar que las futuras acciones de la Junta de Gobierno vengan acompañadas de la evaluación puntual del índice de condiciones monetarias, que incluye las tasas de interés y los movimientos en el tipo de cambio.