Directora de Análisis y Estrategia en Intercam Casa de Bolsa

¿Qué nos espera en la segunda mitad del 2024?

Es posible anticipar que, derivado de la incertidumbre internacional y local, veamos una desaceleración más pronunciada de la actividad económica en los siguientes meses.

Hemos empezado la segunda mitad del año, y a nivel local e internacional se ha modificado el panorama de cara a los siguientes meses, e inclusive diría que los siguientes años. Tras el resultado electoral en México, y ante la elección presidencial en Estados Unidos, podemos comenzar a trazar el boceto de lo que será el nuevo escenario y más importante, lo que implicará para el próximo gobierno, así como para los precios de los diferentes activos.

Para empezar, debo señalar que desde un inicio se esperaba una desaceleración en la economía mexicana en el segundo semestre, aunque ahora la moderación en la actividad económica pudiera ser mayor. De hecho, ya se empezaron a revisar a la baja varios pronósticos sobre el PIB para este año y el siguiente. Por un lado, los datos económicos más recientes apuntan a una mesura en el crecimiento, desde la creación del empleo formal que liga dos meses consecutivos con retrocesos, hasta los datos de consumo que en el margen fueron menores, así como el IGAE, que también retrocedió. En ese mismo tenor, el último comunicado de Banxico, sumado a la más reciente publicación de las minutas, las discusiones al interior de la Junta de Gobierno señalan la relativa preocupación sobre el crecimiento económico. Por otro lado, y de acuerdo con un documento del propio organismo, señala el impacto de un escenario altamente incierto en los niveles de actividad económica, lo que origina un menor dinamismo en el consumo y la inversión. Vale la pena señalar que estos dos componentes de la demanda agregada habían sido el factor medular del crecimiento. Ergo, es posible anticipar que, derivado de la incertidumbre internacional y local, veamos una desaceleración más pronunciada en los niveles de actividad económica en los siguientes meses.

En cuanto a la inflación, el último dato del mes de junio levanta varios cuestionamientos. Si bien es cierto que la inflación se aceleró a 4.98 por ciento, siendo mayor que las estimaciones, el mercado ya esperaba el repunte en los precios, derivado de las bajas bases comparativas. No es el nivel de la inflación general lo que preocupa, porque es producto principalmente del componente no subyacente. El factor toral son los servicios, cuyo progreso desinflacionario ha sido muy muy lento, es así que la inflación subyacente apenas bajó cuatro puntos base. Además, la inflación al productor, luego de haber descendido de manera considerable, nuevamente ha repuntado, lo que significa mayores presiones en precios hacia adelante.

Por ello, y frente a un escenario de volatilidad –reflejado particularmente en el tipo de cambio– la conducción de la política monetaria se ha tornado mucho más compleja. El espacio para que Banxico pueda realizar recortes es estrecho. La inflación ha repuntado por cuatro meses consecutivos, al tiempo que la Reserva Federal no ha dado señales de recortes en la inmediatez. Aunado a ello, en el panorama no debemos descartar la mayor probabilidad de que Donald Trump llegue a la presidencia de Estados Unidos, y con ello una agenda proteccionista en el frente comercial, e inclusive en cuestiones de migración, lo que podríamos entender como un escenario que traerá aparejado mayores presiones en inflación. Por ello, me parece oportuno nuevamente insistir que las tasas elevadas –aquí y allá– permanecerán por más tiempo del estimado.

En cuanto al tipo de cambio, hemos observado una visible depreciación, aunque en semanas más recientes se ha estabilizado alrededor de los 18 pesos por dólar. Nuestra moneda es la principal variable de ajuste ante un cambiante escenario económico, incremento en la percepción de riesgo, y funciona al final de cuentas como la válvula de escape ante a la volatilidad. A pesar de ello, pareciera que tras los sobresaltos, regresa a reflejar los fundamentales inherentes a las condiciones de oferta y demanda. Si bien se han revisado al alza las estimaciones sobre el nivel al que cerrará nuestra moneda en este año, debemos estar preparados para mayores episodios de volatilidad.

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