Las bolsas americanas, en particular el principal indicador bursátil S&P500, ha alcanzado recientemente máximos históricos. En lo que va del año, acumula un rendimiento cercano al 14 por ciento. Aunque gran parte del rendimiento se había explicado por el desempeño de las grandes empresas de tecnología conocidas como las ‘siete magníficas’, recientemente empresas como los bancos, las empresas industriales y las de pequeña y mediana capitalización alcanzan avances cercanos al índice general, como el sector financiero, que liga un incremento del 14 por ciento en el año.
En medio de elevados rendimientos, las valuaciones se encuentran francamente adelantadas. La sobrevaluación de los principales índices bursátiles ha sido la constante en el año. Considerando el múltiplo precio a utilidad actual se sitúa en 22.88x (básicamente ilustra cuántas veces –años– se compra una empresa considerando la generación de utilidades, ya sea del último año o en los siguientes doce meses) y se encuentra por encima de su promedio de los últimos diez (20.90x) y cinco años (19.27x).
En estas semanas se han dado a conocer los reportes corporativos de las empresas listadas en las bolsas de valores, y resulta una constante que, desde hace seis trimestres, las utilidades superan ampliamente las estimaciones; ello pareciera ser un círculo virtuoso, porque en la medida que las compañías superan el pronóstico de generación de utilidades del mercado, tienden a ser la continuación de los mayores precios, pero es innegable el hecho de que las valuaciones cada vez lucen más apretadas. En esta ocasión, considerando los resultados del segundo trimestre del año, se espera que las utilidades crezcan por el orden del 10 por ciento, y aunque solo ha reportado casi en su totalidad el sector financiero, el 80 por ciento de estas empresas han superado los pronósticos de utilidades.
Aparejado con ello, los mercados se encuentran optimistas del futuro próximo de las elecciones. Tradicionalmente, los inversionistas tienden a privilegiar al Partido Republicano por las políticas públicas que tienden a ser promercado, y en esta ocasión no es la excepción, pues ya se empieza a hablar del ‘Trump trade’. Recientemente ha existido una rotación hacia empresas consideradas de valor, como los bancos, las empresas industriales, las compañías de pequeña y mediana capitalización, el sector energético. En caso de que llegara D. Trump a la presidencia de Estados Unidos, existe la expectativa de que habría más crecimiento económico, que a la postre generaría mayores utilidades de las empresas. La primera razón se deriva de menores tasas impositivas, o bien la extensión del Trump Cut Act, que significaría que las bajas tasas impositivas continuarían por un periodo más prolongado (actualmente expiran en el 2025). La segunda es que posiblemente Trump privilegiaría el crecimiento sobre la inflación en el binomio de la Reserva Federal y con ello, es posible asumir que las tasas se mantendrán elevadas. Las políticas de Trump implicarían la asunción de un déficit fiscal mucho mayor; hay estimaciones que señalan que alcanzará el 7 u 8 por ciento en los siguientes años. El incremento en el nivel de déficit de Estados Unidos, implicaría que la parte más larga de la curva de rendimientos –bono del Tesoro de 10 años y adelante– permanezca en niveles más elevados por más tiempo.
Aparejado a ello, las políticas públicas de Trump son inflacionarias. Un mayor proteccionismo por la imposición de aranceles al grueso de los países implica mayor inflación, sumado a la menor migración –en un mercado laboral apretado– podría originar un camino más lento hacia el cumplimiento del objetivo de la Reserva Federal.
Si bien es cierto que la perspectiva para las bolsas americanas pudiera ser atractiva ante las expectativas de mayores utilidades, el consenso de analistas espera rendimientos negativos para el cierre del año, pues la mediana se ubica en 5 mil 440 puntos, debajo del nivel actual. A pesar de que es solo una estimación, tenga usted cuidado, pues nadie hace dinero comprando caro.