Desde 2018 se quiso reformar, el Poder Judicial debía mejorar. Los vicios ocultos y viejas mañas, aún reinaban con sus artimañas.
La Muerte observaba desde su altar, decidida ya estaba, se iba a manifestar. “Sin cambios concretos, no hay evolución. ¡Reforma completa, esa es la solución!”.
Entró la Catrina con paso seguro, vestida de negro, de luto puro. Con su voz fuerte y su guadaña en alto, gritó: “¡Esta vez, no habrá ni un asalto!”.
“Paridad de género ahora se exige, justicia más justa, el pueblo lo dirige. No más magistrados sin legitimación, pues la democracia manda en esta nación”.
“Los buenos perfiles el comité evaluará, con entrevistas públicas decidirá. Decían que sería por popularidad, pero rendición de cuentas la Catrina establecerá”.
“La renuncia de ministros no ha de tardar, si no se adaptan, deberán renunciar. El cambio es claro y no hay vuelta atrás, la justicia moderna ya pide más”.
“Las redes de corrupción se deben quebrar, el nepotismo y compadrazgo van a acabar. No más favores bajo la mesa, la ley será justa, esa es mi promesa”.
El Poder Judicial temblaba de miedo, la Muerte insistía: “¡Este es el enredo! Reforma o Catrina, esa es la opción, dejaré todo limpio con esta función”.
El pueblo miraba con esperanza, la reforma traía una nueva balanza. Más transparencia y equidad, justicia al alcance de toda la sociedad.
La Catrina reía, ya casi cumplido, el cambio esperado estaba decidido. “Ahora sí, la justicia será para todos, sin más privilegios, sin más acomodos”.
En el centro del cambio, se vieron cara a cara, el Poder Judicial y la Muerte muy clara. “Este es el punto de encuentro, sin piedad, la reforma debe ser justicia de verdad”.
El Poder Judicial, ya reformado, por fin se veía renovado. La Muerte lo miró con satisfacción, y así terminó la justa función.
Con la guadaña al hombro, la calaca se fue, dejando un sistema con un nuevo poder. “Que la reforma perdure y bien se aplique, o volveré pronto, que nadie lo complique”.