Hasta hace una década, los anuncios con los que los republicanos se daban a conocer en la televisión tenían un tono optimista y constructivo.
Aparecía el (o la) candidato en la sala de su casa, rodeado de su familia. Contaba que nació y creció en su distrito; que recuerda a su maestra de quinto de primaria porque le inculcó los valores de la honestidad y la responsabilidad; que iba a la escuela en bicicleta y practicaba varios deportes. Narraba con nostalgia evidente que sus padres, en una pequeña tienda o taller, lucharon por sacar adelante a la familia, en la que hubo alguien discapacitado o enfermo. En su caso, acompañado de fotografías ad hoc, se hacía un recuento de su exitosa experiencia en la milicia o en los negocios. Luego aparecían testimonios de compañeros, amigos o “gente común”.
Aseguraban que el aspirante es un ser excepcional; que entiende las necesidades de los votantes y va a hacer todo por ayudarlos. Al final, el candidato, bajo un sol radiante y rodeado de personas de diferentes edades, razas y profesiones, repetía su lema de campaña.
Ahora es diferente. Casi no hay spots que no pretendan causar ansiedad y miedo. No informan sobre la personalidad y las propuestas del candidato; sólo advierten del terrible peligro de votar por su rival.
Con música trepidante y colores grises desaturados, se ve una oleada de migrantes ilegales, todos tatuados, agresivos y mal encarados. Derriban un alambrado y sale un letrero que dice “¡Fronteras descontroladas!”. Luego se les ve avanzar sobre las calles de una ciudad, mientras los habitantes huyen despavoridos y el rótulo sobrepuesto reza “¡Desastre!”. Una voz lúgubre afirma que el candidato opositor votó por conceder licencia de manejo a los indocumentados.
El incremento de la delincuencia fue uno de sus temas centrales. En un clip se ve a dos tipos asaltando un pequeño comercio. El dueño, aterrado, llama al 911 y nadie contesta. Lo mismo sucede con una mujer que escucha cómo alguien intenta entrar a su casa en la noche. Un locutor de radio informa que el alcalde demócrata redujo el presupuesto del departamento de policía.
Luego se ve a los dos asaltantes y al intruso sonriendo siniestramente mientras les abren la puerta de la cárcel. El locutor da a conocer que el fiscal de distrito demócrata no levantará cargos por delitos menores. La frase “caos en las calles” se expande y se encoge mientras las víctimas dicen: “Estamos cansados de esto”. Al final se ve al oponente con cara de distraído y la etiqueta “Soft on crime”.
El otro asunto que dominó fue la economía. El anuncio más repetido es el que exhibe el indicador del saldo en una bomba de gasolina avanzando implacable y el mensaje de que es culpa de las erradas políticas del “socialista” Joe Biden.
De tan exagerados, algunos resultaron contraproducentes. Mehmet Öz, un multimillonario que aspira a ser senador por Pensilvania, aparece en un supermercado comprando verduras y salsas y se asusta porque los ingredientes para la ensalada le costarán 20 dólares. Se veía tan falso que no tardaron en salir los memes.
VIOLENCIA
Lo que es preocupante es la gran cantidad de spots en los que aparecen candidatos armados.
Ron DeSantis, que busca repetir como gobernador de Florida, se puso una chamarra de aviador Top Gov y se le ve planeando bombardear a sus oponentes y a los medios de comunicación “enemigos”.
Kari Lake, que fue conductora de televisión por 27 años y ahora quiere ser gobernadora de Arizona, sale con un mazo destruyendo televisores y acusando a sus excolegas de “manipuladores”.
Jim Lamon, que busca la senaduría por Arizona, aparece como sheriff en un duelo al estilo del Viejo Oeste abatiendo a Joe Biden y a Nancy Pelosi. Paul Gosar, que quiere reelegirse como miembro de la Cámara de Representantes, difundió una caricatura tipo anime en la que mata a la también representante Alexandria Ocasio-Cortez.
Jerone Davison, un pastor negro que perdió en las primarias, se muestra con un rifle AR-15 defendiendo a su familia de una docena de demócratas ataviados como Ku-Klux-Klan que avanza amenazante hacia su casa.
Eric Greitens, veterano de Irak y de Afganistán que trata de ser senador por Missouri, con una escopeta en la mano avisa que está cazando a… ¡republicanos! que no apoyan a Donald Trump.