La mayoría de los votantes registrados como demócratas (28%) no cree que Joe Biden deba presentarse a la reelección.
Algunos porque están decepcionados de su desempeño como presidente. Consideran que fue un error garrafal el haber continuado las ayudas por la pandemia cuando ya no eran necesarias.
Los cheques siguieron llegando a los desempleados a pesar de que se había reactivado la economía. Muchos optaron por no buscar empleo rápido y eso provocó una escasez de personal que impidió normalizar sectores clave, como el del transporte.
Desató también la inflación, que se agravó porque no esperó a que se enfriara la economía antes de lanzar sus programas para renovar la infraestructura y para promover las energías limpias.
Otros están muy molestos porque votaron por Biden en el entendido de que sacaría adelante varias propuestas progresistas. Ya en el gobierno, se olvidó de esas promesas, se movió al centro y respaldó algunas iniciativas bipartidistas.
Por lo anterior, la aprobación del presidente es bajísima y, en lo que queda de tiempo antes de las elecciones, difícilmente repuntará. En adición, es evidente que la edad le pesa mucho. Se cae con frecuencia, se ve desorientado y es confuso en lo que dice.
Una parte considerable de los votantes registrados como republicanos (31%) opina que Donald Trump no debe buscar otra vez la Presidencia.
Aunque conceden que tuvo un gobierno exitoso o cuando menos aceptable, no ven bien lo que hizo el día de las elecciones y en las semanas siguientes. Juzgan inadmisible su convocatoria a marchar sobre el Capitolio y no haber hecho un llamado inmediato para frenar a la turba que lo invadió.
Estiman que es absurdo que su candidato sea una persona sobre la que pesan múltiples acusaciones judiciales. Para ellos es evidente que no se puede confiar en las decisiones de alguien que no muestra convicciones democráticas y continuamente irrespeta la ley.
El problema para demócratas y republicanos es que, de los que han levantado la mano para obtener la nominación, ninguno parece poder aventajar a Biden o a Trump. Y lo que es peor, los demócratas calculan que sólo Biden podría derrotar a Trump, mientras que los republicanos suponen que únicamente Donald puede ganarle a Joe.
A lo más a lo que han llegado es a proponer que su candidato lleve de compañera de fórmula a una personalidad atractiva. Por ejemplo, Biden con Michelle Obama o Trump con Ron DeSantis.
Salirse de la trampa
Los americanos no han propiciado la aparición de un tercer partido fuerte ni suelen respaldar a candidatos independientes (aunque cada cuatro años se presentan docenas de ellos). Habitualmente no votan por un candidato minoritario como protesta o por alguien sin posibilidades de ganar.
El duopolio se ha visto desafiado sólo cuando las posiciones de los dos grandes partidos son demasiado cercanas. Exactamente lo contrario a lo que sucede hoy: polarización extrema.
Además, en el actual sistema electoral, de hecho, no hay límites al gasto de campañas. Cualquiera que quiera entrar a la contienda como independiente, requiere muchísimo dinero para crear una organización nacional.
Incluso un multimillonario como Michael Bloomberg, exalcalde de Nueva York, ha estado tres veces a punto de entrar como independiente y ha preferido participar en las primarias partidistas para tener más oportunidades.
Lo que ha sido más común es que surjan candidaturas que no van por la victoria, sino por perjudicar a alguno de los partidos dominantes.
En 1992, la candidatura de Ross Perot fue fatal para George H.W. Bush y llevó a la Casa Blanca a Bill Clinton. En 2000, Ralph Nader coronó a George W. Bush al restarle a Al Gore votos clave en Florida.
Aunque los candidatos independientes aparecen hasta el inicio de las primarias, ya asoman por ahí algunos prospectos interesantes.
Con el lema “Ni izquierda ni derecha, adelante”, Andrew Young avanza en la consolidación de su Forward Party. Engancha a los que están cansados de la polarización. Sus propuestas tecnológicas seducen a los jóvenes. Es un candidato que se aprecia fresco y sincero. Participó antes en primarias demócratas y aprendió mucho.
Una organización llamada No Labels está buscando un candidato viable. Impulsada por Joe Lieberman, ellos proponen una fórmula bipartidista que sea atractiva para los independientes (41%) y para los demócratas y republicanos que desean más opciones que las tristes que ahora tienen.