Repensar

¿Cómo va Trump?

En realidad, Donald Trump no ha cambiado mucho su estrategia desde 2015. Sigue representando el papel del rebelde que defiende a los trabajadores de una burocracia corrupta e insensible.

El candidato republicano iba a ganar si Joe Biden hubiera seguido siendo su contrincante. A pesar de que el actual presidente logró lanzar grandes proyectos de infraestructura, tecnología y medio ambiente, gran parte de la población lo culpa de la inflación. Él consiguió abatirla, pero la gente compara los precios de ahora, no con los del mes pasado, sino con 2020, cuando Trump gobernaba.

De todos los posibles sustitutos de Biden, quien más le convenía a Trump era Kamala Harris, porque su vicepresidencia ha sido gris, es la políticamente más novata y no se le ubica como moderada.

A fines de julio, cuando quedó claro que ella sería el reemplazo, y dado que era relativamente desconocida, Donald se apresuró a desfigurarla ante la opinión pública. A asociarla con los fracasos económicos y migratorios de Biden; a presentarla como enemiga de los empleos (por su oposición al fracking), como izquierdista radical (“camarada Kamala”, la llama) y como blanda en la lucha contra la delincuencia (por favorecer la reducción del presupuesto de los cuerpos de policía y por haber promovido sentencias cortas y liberaciones anticipadas a criminales violentos).

Con ello, la puso a la defensiva, obligándola a explicar sus posiciones anteriores y con poco espacio para presentar una oferta nueva al electorado.

Pasó enseguida a destruir la imagen personal de Harris. Para enemistarla con los afroamericanos, la exhibe como alguien que se identifica como negra sin serlo, ya que su madre era hindú y ella se aclara el rostro y se casó con un hombre blanco.

Con toda una ofensiva de memes y chistes machistas y sexistas la muestran como alguien que ha tenido una vida sexual disipada y no ha tenido interés en tener hijos. Con eso y con la canción que tocan en sus eventos (It´s a man´s, man´s world), le ha ido restando el voto masculino, lo que la obligó a difundir spots en que hombres musculosos platican de ella elogiosamente.

Le han inventado también una conspiración (’golpe de Estado’) para desplazar a Biden de la candidatura. Por eso y porque ella no ha adoptado posiciones más moderadas, no logra convencer a muchos simpatizantes de Joe.

Finalmente, el propósito es evidenciar que es débil y no apta para ser presidente.

Turbocargado

En realidad, Trump no ha cambiado mucho su estrategia desde 2015. Sigue representando el papel del rebelde que defiende a los trabajadores de una burocracia corrupta e insensible, que los mete en guerras absurdas y permite que otros países les quiten sus empleos.

Lo distinto es que consideran que cuando habitó la Casa Blanca cumplió lo prometido: reducción de impuestos; regreso de plantas industriales (unas cuantas, en realidad) a territorio americano; eliminación de regulaciones ambientales (que habían acabado con la minería de carbón); postulación de jueces conservadores en la Suprema Corte; no involucramiento militar en el extranjero.

Por eso ha logrado consolidar una base fiel que le perdona todo. Una base que cree que le robaron la elección en 2020 y que, mediante juicios amañados y extraños atentados, quieren impedir que regrese a la presidencia.

Sin embargo, ha tenido problemas para ampliar ese colectivo. Algo ha avanzado entre los negros y los hispanos, pero no logra penetrar en electorados clave, como las mujeres de los suburbios, a pesar de que ahora tiene una posición más mesurada y ambigua en el tema del aborto y ya no anuncia la desaparición del Departamento de Educación.

Sigue haciendo campaña en los condados rurales que lo apoyan desde la primera campaña, pero ahora dedica tiempo y esfuerzo para tratar de ganar el voto de los independientes.

Su compañero de fórmula ha tratado de ir más allá de MAGA, enfrentando auditorios hostiles y entrevistas con medios adversos, pero con pocos frutos.

En esta campaña ha organizado menos actos masivos, que tanto le gustan y le sirven para galvanizar su base, porque ya no llena tan fácilmente los estadios. Teme que muchos de sus partidarios no acudan a las urnas y por ello ahora sí acepta el voto adelantado y postal y lanzó una iniciativa (swamp the vote) para asegurar su participación.

Además, escalar su retórica agresiva no le funcionó. Ha empezado a dar indicios de actitudes más constructivas. Lleva a Elon Musk a sus mítines y ofrece crear una comisión de eficiencia gubernamental, presidida por él.

En suma, sin que su competidora haya crecido mucho, el no logró salir del empate y asegurar un camino más fácil y seguro a la mansión presidencial.

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