Repensar

Embrollo azul

El conflicto entre la policía y la población negra se remonta a los orígenes coloniales de Estados Unidos, comenta Alejandro Gil Recasens.

El conflicto entre la policía y la población negra se remonta a los orígenes coloniales de Estados Unidos. Heredaron el sistema inglés de alguaciles ("constables"). El rey les encargaba el mantenimiento de la paz en una comarca y ellos programaban para que a todos los varones adultos les tocara cuidar alguna noche el vecindario. Aunque todavía es práctica común en algunos países anglófonos, ese método mostró sus debilidades desde el principio. Los alguaciles carecían de conocimientos jurídicos y abusaban de la gente; los acaudalados le pagaban a los pobres para que cubrieran sus turnos, lo que producía centinelas viejos y cansados por haber trabajado todo el día.

Los americanos democratizaron el sistema instaurando la elección popular de los alguaciles. Al principio funcionó aceptablemente porque los colonos eran personas muy religiosas y había pocos delitos mayores. Los oficiales sólo se enfrentaban a ebrios escandalosos y raterillos de ocasión.

Todo se complicó cuando se establecieron las "leyes de esclavos", que les prohibían salir sin permiso escrito de la propiedad de su amo, reunirse en grupos mayores de tres, vender cualquier cosa, montar a caballo o portar armas (incluidos piedras o palos). Se crearon patrullas que detenían y castigaban arbitrariamente a las personas de color.

Fue hasta el siglo XIX que, a imitación (otra vez) de la madre patria, se crearon cuerpos de seguridad profesionales. Con la Revolución Industrial miles de campesinos migraron a las ciudades y la delincuencia aumentó. En Londres se constituyó la policía metropolitana, con uniforme azul, casco negro y dotados de una macana (conocidos como "bobbies" por su creador, Robert "Bob" Peel, el secretario del Interior). Los dirigía un juez, llamado comisionado. Boston y Nueva York tomaron inmediatamente la idea, pero los agentes podían ir pertrechados (con su propia pistola) y los comisionados fueron nombramientos políticos, con poca supervisión judicial. En otras partes, como Nuevo Orleans, se adoptó el modelo francés de gendarmes militarizados.

Cuando el Este y el Medio Oeste se industrializaron los alcaldes le permitieron a las grandes empresas contar con guardias privadas, usadas sobre todo para reprimir huelgas.

En la expansión hacia el Oeste prevalecieron los alguaciles federales (llamados "sheriffs" o "marshalls"), encargados de seguir la pista a malhechores fugitivos. Fijaban los famosos letreros de "Se busca" y tenían la atribución de nombrar ayudante ("deputy") a cualquier ciudadano para capturarlos. De ahí vienen tres pésimas prácticas, típicamente estadounidenses: el "vigilantismo" por voluntarios, la costumbre de poseer y portar armas de fuego y el permiso para dispararle al que no obedece la orden de detenerse.

Enredo

Cuando los territorios se convirtieron en estados crearon fuerzas militarizadas para combatir a los cuatreros. Algunas estaban formadas por aventureros (inspiraron las películas de El llanero solitario) y otros eran pagados por el gobierno, pero sin mucho control. El mejor ejemplo de estas fueron los "Texas Rangers", de los que se decía que "cabalgan como mexicanos, disparan como los de Tennessee y pelean como el mismo diablo". Al mismo tiempo que perseguían a ladrones legendarios como Bonnie & Clyde se involucraban en guerras fronterizas y erradicaban a apaches y comanches.

Se dispuso también que cada condado tuviera un sheriff. Las principales ciudades se fueron convirtiendo en municipios (se "incorporaron") y cada una organizó su propio cuerpo de seguridad. Con la extensión del sistema carretero, los estados fundaron su policía de caminos ("troopers"). Por último, con el auge del crimen organizado se hizo necesario crear agencias federales (el FBI, la ATF y la DEA).

Se armó un lío jurisdiccional tremendo. En Nueva York (1857) la policía municipal se amotinó contra la metropolitana y la población apoyó a la segunda. Por eso al nuevo equipo de beisbol le pusieron por nombre Los Mets.

En el Sur, las policías y todo el aparato judicial fue dominado por los supremacistas. Desproporcionalmente los de piel morena eran detenidos y consignados, sometidos a juicios parciales y sentenciados a penas exageradas. Y luego, el exceso de población de esa raza encarcelada era utilizado como argumento para probar la teoría que ellos estaban biológicamente inclinados al delito.

Peor aún, se consintió la existencia de grupos como el Ku-klux-klan, que tomaban la justicia en sus manos y colgaban a supuestos o reales violadores y asesinos.

Se entiende entonces porque para muchos afroamericanos los uniformados nunca se han percibido como protectores, sino como enemigos.

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