Repensar

Infección económica

Depende sobre todo de cuántos países afecte, lo que tarde en contenerse y el nivel de mortalidad que alcance, comenta Alejandro Gil Recasens.

Es imposible prever el impacto que tendrá la pandemia del Covid-19 en la economía mundial. Depende sobre todo de cuántos países afecte, lo que tarde en contenerse y el nivel de mortalidad que alcance. En los escenarios "malos" construidos por las autoridades sanitarias mundiales, la duración prevista era de tres meses y se lograba acotar a unos cuantos países, lo que ya no es el caso. A su vez, la mortalidad se calculaba entre uno y dos por ciento de los contagiados, lo que en ciertas regiones se está sobrepasando.

Todo esto sucede además en un momento en el que el crecimiento es débil, ha resurgido el proteccionismo y los mecanismos multilaterales (como la OMC) se volvieron irrelevantes. El menor consumo de combustibles atizará el pleito petrolero entre rusos, americanos y saudíes.

El colapso de los mercados bursátiles no debiera preocuparnos tanto. Viene después de la fase alcista más larga de la historia y las pérdidas exageradas no se corresponden con el aumento de primas de riesgo de capital. Las empresas más afectadas serán las medianas y pequeñas que no son públicas.

Consecuencias

Es en la economía real donde habrá problemas. Por el lado de la oferta, esta crisis golpea simultáneamente a Asia-Pacífico, Europa y Norteamérica, los tres gigantes de la manufactura global. Las fábricas chinas están trabajando a la mitad de su capacidad, los aviones de carga están inmovilizados y los barcos de contenedores zarpan semivacíos. Todavía no se ha sentido el efecto porque el tránsito a Europa y Estados Unidos tarda de tres a cinco semanas. La disrupción de las cadenas de abastecimiento rebotará a los demás países y frenará el comercio externo por meses.

A largo plazo las corporaciones van a buscar depender menos de un solo proveedor o de plano van a repatriar sus operaciones, aunque reduzcan su productividad. De hecho, en la medida en que subieron los sueldos en China, Japón ya venía diversificando el destino de sus inversiones.

Si bien los bienes manufacturados son por definición compras posponibles y las empresas pueden reponer sus niveles de producción en poco tiempo, quizá no lo hagan por precaución (retrasando o aminorando sus inversiones) o por falta de liquidez. Teóricamente la recuperación tendería a ser rápida porque, a diferencia de una recesión común tenemos información sobre la causa y cuando se termina. Sin embargo la curva será más parecida a una U que a una V porque no sólo se va a tratar de volver a la normalidad, sino también de hacer cambios estructurales necesarios.

En lo inmediato no hay riesgo sistémico en la banca privada, capitalizada y supervisada, pero se requerirá que otorgue préstamos-puente a las compañías endeudadas para que puedan lidiar con la situación y no cierren. Adicionalmente los gobiernos deberán apoyar a las que tengan problemas de flujo, al menos permitiendo que la banca de desarrollo les otorgue garantías y dándoles facilidades fiscales.

Para mitigar los efectos de la fuerte caída económica y de la devaluación monetaria, los bancos centrales moverán cuidadosamente las tasas de interés y, más importante, habrá de enfocarse en su papel de prestamistas de última instancia, para asegurar que haya fondos disponibles.

La caída de la demanda en China le pegará fuertemente a la industria europea, altamente dependiente de ese mercado. Por ejemplo, representa el 40% de la producción alemana de automóviles. En muchas partes la macroeconomía tirará la demanda agregada. Los consumidores mismos postergarán o limitarán sus compras.

Donde la afectación será ineludible será en los servicios. Lo que se desembolsó en salud dejo de gastarse en entretenimiento o en remodelar la casa. El viaje, la comida o la visita al salón de belleza que no se hicieron, ya nunca se harán. El sector turismo, particularmente la aviación y los cruceros, va a sufrir por una larga temporada.

Lo que todos hemos de entender es que la profundidad y permanencia del daño están supeditadas a que las personas, las empresas y los gobiernos actúen con acierto y oportunidad. Y que no importa cuánto caigan las cifras económicas, porque lo relevante es frenar la expansión de la enfermedad y evitar muertes. En eso no hay trade-off. La prioridad es dotar de lo necesario a los sistemas de salud y no limitar ni retardar las medidas de prevención y atención médica.

COLUMNAS ANTERIORES

Abundancia petrolera
Mal tercio

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.