En estas elecciones los republicanos se juegan el control del Senado, que han detentado desde 2011. De las 33 posiciones en disputa únicamente ocho son actualmente de ellos y de esas sólo en tres casos sus ocupantes se están retirando. Eso les da cierta tranquilidad pero hay diez escaños que ganaron en 2016 y ahora no ven seguros. Dada la considerable ventaja que siempre tienen allá los que buscan la reelección, no hay muchas carreras competidas. Los senadores más conocidos (Dianne Feinstein, Elizabeth Warren, Bernie Sanders y Tim Kaine) la llevan de gane sin mucho esfuerzo. En pocos lugares hay pelea con resultados inciertos.
Texas. En un estado en el que ningún demócrata ha ganado desde 1994, Ted Cruz, "tough as Texas", amigo de los Bush, apoyado por los intereses petroleros y gran orador desde su juventud, parecía no tener problemas para reelegirse. Pero surgió un candidato demócrata atractivo, al que lo mismo se le compara con Robert Kennedy que con Justin Trudeau. Beto O'Rourke (que en realidad se llama Rafael) es igual de articulado que Cruz (que en realidad se llama Robert) pero tiene mejor lenguaje corporal. Ha hecho una campaña de provocación en la que el peleonero Cruz (al que no soportan ni sus correligionarios) cayó redondito. Con anuncios de "Cruz, Cruz, vete al diablo y que venga Jesús" lo enfureció tanto que le contestó con spots que proclaman "O'Rourke=O'Bama", lo acusan de querer convertir a su estado en otra California y de que siendo irlandés 100% se puso el nombre de Beto para ganar la simpatía de los hispanos. La cosa se puso tan complicada que ha tenido que ir el presidente Donald Trump a su rescate. En 2016 él compitió con el ahora presidente y lo acusó de mentiroso patológico y narcisista. Trump le contestó burlándose de la apariencia de su esposa y diciendo que su padre estuvo involucrado en el asesinato de John Kennedy. Ya luego los invitó a comer en la Casa Blanca y se contentaron.
Florida. Bill Nelson, que fue astronauta del transbordador Columbia, es el demócrata más destacado en ese estado republicano. Ha estado en el senado desde el 2000 pero ahora enfrenta al gobernador Rick Scott, que quiere ir al Capitolio porque ya no puede reelegirse. Scott, que empezó poniendo una tienda de donas y luego creó exitosas cadenas de farmacias y hospitales, es apreciado por sus paisanos por haber dragado el puerto de Miami para permitir la entrada de grandes cargueros y por crear miles de empleos (muchos en la burocracia). Es amigo de toda la vida de Trump y comparte plenamente sus políticas migratorias.
Arizona. El republicano Jeff Flake se retira porque tenía poca posibilidad de reelegirse y en su lugar se presenta Martha McSally, que le ganó la nominación al tristemente célebre sheriff Joe Arpaio. Luego de que en 1991 se levantó la prohibición para que las mujeres piloto volaran en combate, McSally fue comandante de escuadrón en Kuwait e Irak. Cuando estuvo estacionada en Arabia Saudita demandó (y ganó) al Departamento de Defensa por la obligación que había de usar la túnica tradicional al salir de la base. Enfrenta a Kyrsten Sinema, que ha triunfado en ocho elecciones pero no ha destacado mucho en los cargos ocupados. En cambio, es conocida como activista de Green Peace, competidora de Ironman Triathlon y por ser la única persona abiertamente atea y bisexual que aspira al Senado. Sus posiciones muy duras en migración, cercanas a las de Trump, le han permitido avanzar.
Missouri. Claire McCaskill se involucró tanto en la campaña del entonces presidente Barack Obama en 2008 que se dijo que podría ser su compañera de fórmula, pero poco tiempo después se alió con Hillary Clinton. Habiendo sido auditora del estado no se entiende cómo luego le cargó al Senado la renta de su avión privado para hacer docenas de viajes. El Comité de Ética la obligó a reembolsar esos gastos. El año pasado le cayeron en la mentira de que nunca había conversado con el embajador ruso. Por eso nadie le creyó cuando, al surgir el movimiento #MeToo contó que había sido víctima de acoso sexual. Eso la hace vulnerable frente al republicano Josh Hawley, doctor en derecho por Yale, con una larga carrera en el sistema judicial y muy identificado con las políticas migratorias y comerciales de la Casa Blanca.