El presidente López Obrador anunció que la próxima semana enviará una iniciativa al Congreso para quitar el horario de verano, ese ajuste que hacemos dos veces al año para adelantar o atrasar una hora el reloj.
En su anuncio, el Presidente citó una encuesta realizada por la Secretaría de Gobernación, en la cual, según comentó, 71 por ciento de las personas entrevistadas apoya que se quite el horario de verano. El mandatario no dio más detalles sobre la encuesta, pero dio a entender que su propuesta de cancelar el cambio de horario tiene un respaldo mayoritario entre la población.
También medimos hace unos días el sentir de la ciudadanía al respecto, y no solamente obtuvimos datos diferentes a los que cita el Presidente, sino que, al desagregar las opiniones por subgrupos, resulta que la propuesta de cancelar el horario de verano cuenta con más apoyo entre los antagonistas al Presidente que entre sus propios seguidores.
De acuerdo con la encuesta nacional de EL FINANCIERO, realizada del 27 al 29 de mayo, la opinión está dividida en este tema: 35 por ciento de las personas consultadas se manifestó a favor del horario de verano, mientras que 40 por ciento se pronunció en contra. El 25 por ciento restante no tomó postura, es decir, no está ni a favor ni en contra del cambio de horario. Este grupo de ‘indiferentes’ representa una cuarta parte de la población.
Desagregando la encuesta por subgrupos sociales se observa que tanto hombres como mujeres dividen opiniones, pero las mujeres expresan una mayor indiferencia ante el tema. Por su parte, los jóvenes menores de 30 años son los que están más a favor del horario de verano, mientras que el grupo de edad de 30 a 49 expresa el mayor rechazo.
Si bien estas diferencias de opinión son interesantes, lo que más llama la atención es que los seguidores de Morena son los que más a favor están del horario de verano. Los morenistas no expresan una postura mayoritaria, pero sí van en el sentido contrario a la propuesta del Presidente: entre los morenistas, 45 por ciento está a favor del horario de verano y 35 por ciento en contra.
Por su parte, los oposicionistas dividen opiniones con una ligera inclinación al rechazo: 32 por ciento de ellos está a favor y 38 por ciento en contra. Pero los que más rechazan son los apartidistas, con 31 por ciento a favor del horario de verano y 43 por ciento en contra. Aunque no hay mayorías claras, el Presidente, con su propuesta, parece ir en sintonía no tanto con sus seguidores, sino con los oposicionistas y, en particular, con los apartidistas, de los cuales dependen sus niveles de popularidad.
Con la aprobación al Presidente se aprecia un efecto parecido al del partidismo: los que desaprueban la labor de López Obrador son los que más en contra están del horario de verano.
De igual manera, las posturas respecto al horario de verano entre los ciudadanos que son pro-4T y anti-4T van en un sentido inverso a la propuesta presidencial: quienes están con la 4T están más a favor del horario de verano y quienes están en contra de la 4T están más en contra. Los neutrales hacia la 4T también se inclinan a estar en contra del horario de verano, aunque en ninguno de estos subgrupos se registran mayorías de opinión.
Si juzgamos con base en estos resultados de las encuestas, la iniciativa de López Obrador de quitar el horario de verano no solamente refleja una vieja postura que manifestó desde que era jefe de Gobierno capitalino, sino que hoy parece atractiva para un segmento de la opinión pública que le es adverso.
Contrario a otras propuestas hechas por el Presidente, la cancelación del horario de verano no parece ir en sintonía con sus propios seguidores, sino con los seguidores, reales y potenciales, de sus adversarios políticos, así como con el segmento de apartidistas y de neutrales hacia la 4T.
De rechazarse en el Congreso dicha iniciativa, como ha dejado ver la posibilidad López Obrador, la oposición rechazaría una propuesta con la que sus propios seguidores son afines. Y si se aprueba, sería una medalla más en el haber del mandatario. Vaya dilema… y con un tema que no parece tan importante ante la opinión pública.