Hasta ahora, las corcholatas van al mismo ritmo en el corcholatómetro, se mueven con la misma cadencia, al mismo compás, de manera que no hay nada para nadie en septiembre.
Claudia Sheinbaum avanza apenas un punto en nuestro indicador del corcholatómetro, de 33 a 34 por ciento entre agosto y septiembre. Ebrard avanza dos puntos, de 31 a 33 por ciento. Detrás de ellos, Ricardo Monreal y Adán Augusto López también avanzan 1 y 2 puntos, respectivamente. Todos en la misma dirección; nadie perdió.
Esto es considerando los resultados de la encuesta sobre presidenciables que publicó El Financiero el martes pasado en estas páginas, y generando el promedio que da pie al corcholatómetro que hemos propuesto en este espacio.
Si vemos el apoyo que han registrado cada mes, desde junio pasado, las corcholatas presidenciales van como bailando tango o un buen vals. Nadie se separa, nadie se queda atrás. Se mueven en armonía, sobre todo las dos opciones punteras, hasta ahora.
Como he mencionado en diversas ocasiones en este espacio, las encuestas son una muy útil y noble herramienta para hacer investigación de opinión pública, pero es un método muy limitado para decidir candidaturas, aunque en el partido gobernante esté de moda hacerlo.
De seguir las tendencias como van, será muy difícil cantar un ganador o ganadora clara a partir de las encuestas, que tienen inevitablemente un margen de error en su estimación. Lo mejor que podría sucederle a Morena para evitar dudas, conflictos y potenciales rupturas, es que, eventualmente, las corcholatas se separen y dejen de bailar tango en los resultados de las encuestas, que haya una puntera o puntero indiscutible, más allá de las diferencias marcadas por el margen de error.
Por el momento es difícil prever si eso pasará o no; las corcholatas andan muy activas y ninguna parece querer ceder el paso, por ahora. Cualquier ventaja mínima de hasta 6 puntos porcentuales, considerando el convencional y común +/-3 por ciento de margen de error que suelen arrojar las muestras probabilísticas de alrededor de mil entrevistas, podría ser un potencial problema.
Pero en la reciente encuesta nacional se nos ocurrió preguntar a la gente quién creen que realmente decida quién será la corcholata oficial: es decir, el o la candidata de Morena a la presidencia de la República en 2024. Las opciones de respuesta fueron el pueblo, el presidente Andrés Manuel López Obrador y el partido.
El propio mandatario ha insistido en que la candidatura la va a decidir el pueblo por medio de encuesta, pero el sondeo de El Financiero arroja otros datos: 38 por ciento cree que la candidatura la va a decidir AMLO, mientras que 35 por ciento cree que sí la decidirá el pueblo, y 26 por ciento, el partido.
Estos resultados se publicaron el martes junto con el resto de la encuesta sobre presidenciables, pero me dio curiosidad saber cómo lucen según la preferencia partidista y sale lo que esperaríamos: una opinión teñida de partidismo.
Los morenistas creen en mayor proporción que el pueblo decidirá la candidatura presidencial. Los oposicionistas creen mayormente que la decidirá el Presidente. Y los apartidistas dividen opiniones.
Pero lo que me pareció más interesante es que hay una división de opiniones según la edad: las personas de mayor edad (50 años o más) son las que más creen que la candidatura presidencial de Morena la decidirá López Obrador, acaso reflejando la cultura de antaño del dedazo.
En contraste, los jóvenes (18 a 29 años) son quienes más creen que el pueblo es el que decidirá la candidatura, reflejando un mayor impacto del discurso presidencial, o, en el mejor de los casos, una mayor expectativa democrática.
Por lo pronto, las encuestas no dan un puntero claro. Veremos qué pasa el mes próximo.