Las Encuestas

El voto femenino

El voto femenino representó 52% del total de la votación emitida, según la encuesta de salida, reflejando la proporción de mujeres en la lista nominal de electores.

Las elecciones presidenciales de 2024 fueron históricas en varios respectos, y uno de ellos es el hecho de que se eligió a la primera mujer para asumir la presidencia de la República, en un escenario con dos candidatas principales.

¿Qué papel jugó el voto femenino en esta histórica elección? ¿Cómo votaron las mujeres?

La encuesta de salida a nivel nacional que realizó El Financiero a 5 mil 228 votantes el pasado 2 de junio dejó registro de ello.

Lo primero y más general de todo es que el voto femenino representó 52 por ciento del total de la votación emitida, según el exit poll, prácticamente reflejando la proporción de mujeres en la lista nominal de electores, ni más ni menos.

Un segundo punto es que la diferencia en voto entre hombres y mujeres fue mínima: Claudia Sheinbaum obtuvo 62 por ciento de la votación entre hombres y 59 por ciento entre mujeres, mientras que Xóchitl Gálvez obtuvo 28 y 30 por ciento entre esos segmentos, respectivamente.

En otras palabras, la candidata de oposición tuvo un ligeramente mayor apoyo entre las mujeres, pero no hubo una brecha significativa de género.

Como tercer punto, el apoyo femenino tanto a Claudia Sheinbaum como a Xóchitl Gálvez fue mayor entre las mujeres de 50 años o más, registrando 64 y 32 por ciento de la votación, respectivamente.

En contraste, las candidatas presidenciales tuvieron un apoyo menos acentuado entre las mujeres menores de 30 años, que les dieron 54 y 25 por ciento de los votos. El voto femenino joven fue el que menos favoreció a las candidatas principales.

Ese segmento de mujeres jóvenes le dio 21 por ciento de apoyo al candidato de MC, comparado con 4 por ciento entre las mayores de 50 años. Las candidatas no lograron atraer a una quinta parte de mujeres menores de 30 años.

Un punto adicional se observa en el nivel de escolaridad: en general, a Xóchitl Gálvez le fue mejor entre los segmentos de votantes con mayor escolaridad, y su segmento más fuerte de apoyo fueron las mujeres con estudios universitarios, entre quienes registró 42 por ciento del voto, apenas 3 puntos por debajo del 45 por ciento de Claudia Sheinbaum en ese mismo segmento.

Apoyo electoral

La mayor brecha entre las dos candidatas se dio entre hombres de escolaridad básica, quienes les dieron 72 y 21 por ciento de los votos del 2 de junio, respectivamente.

Regionalmente, la encuesta registró diferencias notables: el segmento femenino más favorable para Xóchitl Gálvez fueron las mujeres de la región centro-occidente del país, entre quienes obtuvo 43 por ciento del voto, un punto abajo de Sheinbaum. En contraste, el segmento menos favorable para la candidata de oposición fueron las mujeres en la región sur del país, alcanzando únicamente 17 por ciento, frente al 73 por ciento de Claudia Sheinbaum.

En la elección de la primera presidenta de México, el voto femenino se manifestó de diversas maneras, aunque no puede decirse que haya habido una brecha de género importante.

Encuestocracia

El uso de encuestas para justificar o legitimar decisiones políticas nuevamente se activó en la política nacional. Morena y la virtual presidenta electa presentaron los resultados de encuestas sobre la reforma judicial que arrojan datos muy favorables para la propuesta de elegir ministros, magistrados y jueces por medio de elecciones populares. Al mismo tiempo, esas encuestas mostraron un alto nivel de desconocimiento con el tema.

Aunque las encuestas suelen articular y representar muy bien las voces ciudadanas, no debemos perder de vista que el uso político de encuestas como esas generalmente presenta una visión, una perspectiva, y pierden su carácter de ser balanceadas e imparciales. Las encuestas no pueden dejar de lado la pluralidad de puntos de vista, la diversidad de voces, opiniones y preferencias ciudadanas.

Además, a las encuestas de decisión política se les da un carácter casi ejecutivo en temas que, como el de la reforma judicial, requiere de una discusión y una deliberación pública adecuada.

Una vez más, habrá que estar al pendiente del uso político de las encuestas y de la activación de la llamada encuestocracia. Como muchas otras herramientas importantes, las encuestas pueden tener un uso noble, útil e informativo, pero también pueden estar sujetas al abuso.

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