Las mentiras se agotan en razón del malestar de la población y más aún si la cruda realidad pega en el bolsillo de todos los mexicanos y en especial de los más desfavorecidos.
La inflación, la peor en 20 años y el precio de la gasolina, el más alto de las últimas décadas, cierra la boca hasta del más embustero y ello está ocurriendo con el discurso presidencial que no puede tapar el sol con un dedo.
Se anuncia que a partir del primer día de 2022 el salario mínimo tuvo un incremento de 22 por ciento en relación a su actual valor, ello significa que en la mayoría de las regiones del país pasará de 141.70 a 182.87 pesos, lo que representa una percepción de 41.17 pesos más en los trabajadores formales, sin embargo, este incremento ya se lo comió la inflación que ronda en cifras reales en dos dígitos.
Mientras que los incrementos de sueldos suben por las escaleras, la inflación sube por el elevador, ya que cada semana hay aumentos tangenciales en los productos no solo de primera necesidad, sino en general en todos.
La inflación que es el verdadero impuesto para los pobres y la clase media, continúa galopante hacia arriba y está atada a lo que ocurre con el precio de los combustibles que en el caso de la gasolina se mantiene en promedio entre 23 y 25 pesos por litro, aunque hay zonas que está más arriba de estos rangos.
Los grilletes que traerá en los tobillos AMLO por lo que resta de su sexenio son la inflación y el precio de la gasolina y así como fustigó a Peña Nieto cuando éstos se movían, ahora se le regresa multiplicado por varias veces, ya que en el sexenio del priista no llegaron a tener los precios que ahora se padecen.
La inflación y el alto costo de los combustibles son los estigmas que traerá colgado AMLO en los próximos años.
En momentos que el Banco de México, entidad responsable de mantener bajo control a la inflación, tiene una nueva titular y que trae correa de mando desde Palacio Nacional, se antoja difícil que, por un lado mantenga su autonomía e independencia, y por otro, aplique las medidas necesarias para bajar ‘el flagelo de los pobres’, sin que le dicten desde el Ejecutivo el modo de proceder.
Cierto que es tarea del BM mantener controlada la inflación, pero la verdad las decisiones que ha tomado AMLO han detonado que los precios se vayan a las nubes
La necesidad de recursos frescos por parte del gobierno de la 4T hace que las reservas internacionales se conviertan en un apetitoso manjar para tragárselas en aras de terminar las tres obras insignia de este sexenio como son Santa Lucia, Dos Bocas y Tren Maya, al tiempo de tener los recursos necesarios para pagar el servicio de la deuda, las pensiones, el rescate de Pemex y CFE, además claro está para seguir fondeando los programas de política social-electoral de AMLO.
En los primeros tres años de esta administración se ha endeudado más al país que en todo el sexenio de Peña Nieto y de Felipe Calderón. Tan solo el financiamiento del Banco Mundial a México en este periodo está por encima de 57 por ciento de los registrados en toda la gestión de EPN.
En tres años de AMLO se han obtenido créditos de esa institución por 3 mil 855 millones de dólares, mientras que con EPN fueron de 2 mil 462 millones de dólares.
Aún con este flujo de recursos vía deuda, y con los excedentes por el precio del petróleo, no alcanza el dinero para cubrir el Presupuesto.
Se compra una refinería sin tener el dinero para ello, por eso se procederá a formalizar la operación con préstamos y se construye una refinería cuando las que ya se tienen, están trabajando, en el mejor de los casos, en rangos de operación de 30 por ciento.
La letanía de diatribas de todas las mañanas solo causa burla y enojo, empero, como se trata de la única arma para defender un proyecto político, pues qué importa que esté tan desgastada la credibilidad del presidente.