Ya estamos más allá de la mitad del periodo que le tocó gobernar a López Obrador, en virtud de que su sexenio terminará el próximo 30 de septiembre de 2024, por ello estamos a 29 meses de que concluya la peor administración de que se tenga memoria, por lo menos en el México post revolucionario.
Las promesas incumplidas, las mentiras y la incapacidad han sido el común denominador de una forma muy “peculiar de gobernar”, por decirlo de una forma elegante, en la cual se privilegia la verborrea por encima de los resultados:
El presidente prometió que a la mitad de su gestión iban a bajar los índices delictivos por lo menos a la mitad, empero, la mayoría de ellos se fueron al doble de cuando tomó posesión, ya que, verbigracia, en homicidios dolosos, en el calderonismo, se cometían 36 homicidios diarios; con EPN, 45, y ahora con AMLO son 82.
En una espiral de violencia y muerte, la mayoría de los delitos de alto impacto se han disparado al alza, como los feminicidios que también en muchas entidades del país han escalado a niveles inéditos.
El caso de la joven regiomontana Debanhi Susana Escobar es emblemático no solo por la irritación social que causó a nivel nacional, sino porque desnudó, una vez más, la cruenta realidad de vulnerabilidad en la que están las mujeres y niñas en territorio nacional, desamparadas y a expensas de criminales que saben que sus delitos gozarán del manto protector de la impunidad.
Lo que pasó en tierras del gobernador Samuel García es un fiel reflejo de lo que ocurre en la mayoría de las Fiscalías del país, en donde el sello característico generalizado es la torpeza, la ineptitud y la complicidad.
Qué podemos esperar de esas instancias judiciales estatales, si a nivel federal la Fiscalía General de la República está en manos de un sujeto, Alejandro Gertz Manero, que se entretiene más en vendettas personales que en brindar una procuración de justicia eficaz, apegada a derecho.
El jefe del Ejecutivo Federal prometió un sistema de salud como en Dinamarca, sin embargo, lo que se obtuvo fue un organismo, el Insabi, prototipo de la ineficiencia, estulticia y opacidad.
Se está medrando con la salud de los mexicanos y especial con los que menos tienen.
El manejo de la pandemia por Covid-19 ha sido un desastre que se ve reflejado en las más de 600 mil muertes que ocurrieron en México, además, claro está del desabasto de medicamentos que sucede no solo con fármacos oncológicos, sino en general para todas las enfermedades.
Con AMLO, el PIB, al final de su gestión, será el peor de los últimos siete sexenios.
La inflación cabalga galopante sobre la cabeza del grueso de la población que tiene que hacer milagros para adquirir los productos de primera necesidad.
La peor inflación en lo que va del siglo.
Los precios de las gasolinas están subsidiados, pero en cuanto pasen las elecciones del 4 de junio, en las cuales se renovarán 6 gubernaturas, no dude estimado lector, que se liberarán a niveles por arriba de los 30 pesos por litro.
En otros rubros de la economía, las cosas están peor que con Peña Nieto y Calderón.
Empleo formal, inversión, fuga de capitales, competitividad, etc.
Están felices porque ya se nacionalizó el litio que antes estaba en manos de…México.
La política migratoria es un desastre y la política internacional es una fiel copia de lo que ocurre en el interior del país. Cada vez se crean más conflictos en otras latitudes y con pueblos hermanos como el español, norteamericano, panameño, canadiense y ucranianos, tan solo por mencionar algunos y pronto, muy pronto, será con los chinos porque la empresa que legalmente explota un yacimiento de litio en Sonora, Ganfeng Lithium, es propiedad de empresarios de esa nacionalidad.
Han pasado 37 meses de la gestión del presidente López Obrador y estamos peor de cuando empezó a desgobernar, faltan 29 meses y 6 días para que termine esta pesadilla y por desgracia en ese lapso de tiempo se seguirán desmantelando instituciones y estableciendo los cimientos de una incipiente dictadura que pretende darle los últimos golpes mortales a la democracia con la reforma electoral que se avecina, para hacerse del INE y acotar a los partidos de oposición en sus posibilidades reales de acceder al poder.
Con el apotegma de la “Ley soy Yo” entramos a la última parte de esta administración.