Desde San Lázaro

Petro no es López Obrador

El nuevo mandatario colombiano ya ha manifestado su desagrado y preocupación por el enorme poder que han adquirido los grupos de la delincuencia organizada en México.

El izquierdista Gustavo Petro es el presidente electo de Colombia, y gobernará ese país a partir del próximo 7 de agosto. Esta es la primera ocasión en la historia de ese país que un político de izquierda es elegido presidente de la República.

Tiene como reto principal unir a un país de 50 millones de habitantes que se dividió al extremo en la reciente campaña presidencial, pero también deberá impulsar las acciones que permitan disminuir la inequidad y la pobreza, así como la inseguridad de las principales ciudades colombianas y la violencia que priva en zonas rurales dominadas por grupos del crimen organizado y el narcotráfico.

El escenario es muy similar al de otros países latinoamericanos en los que triunfaron políticos de izquierda con tintes populistas. Lamentablemente, los resultados observados no son muy alentadores.

En México, por ejemplo, el desistimiento del gobierno a enfrentar a los grupos del crimen organizado, la famosa y tristemente célebre política de ‘abrazos, no balazos’, ha derivado en un incremento desproporcionado de los homicidios en el país. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha preferido dejar que los distintos grupos criminales se acaben entre sí, y que haya un grupo dominante por región. Supone que de esa forma la violencia disminuirá porque el grupo criminal dominante trabajará en santa paz y ya.

López Obrador no toma en cuenta que los grupos del crimen organizado controlan todas las actividades delictivas, y que actuando libremente aumentan el narcomenudeo, el secuestro, el secuestro exprés, el cobro de piso, el robo simple, el robo con violencia, el robo a casa habitación, el robo de autos y un largo etcétera de delitos, con los que sólo sale perdiendo la sociedad.

Gustavo Petro proviene de la guerrilla urbana colombiana. Petro conoce la desigualdad en su país y es un exmiembro del M-19, que fue llamado por muchos colombianos como Robin Hood por las acciones en las que asaltaban camiones con suministros que después repartían a familias pobres de distintas regiones del país.

A diferencia de López Obrador, Petro sí conoce cómo actúan y las motivaciones de los grupos del crimen organizado, especialmente los dedicados al narcotráfico.

Petro se ve a sí mismo como un “revolucionario” obstinado, y en ello se parece mucho a López Obrador, que se define como “necio”. Ambos llegaron a la presidencia de sus respectivos países en un tercer intento, derrotando a las élites que siempre cuestionaron y moderando sus posiciones más extremas.

Tanto López Obrador como Petro han expresado públicamente su mutua simpatía. Muchos opinan que piensan igual, aunque la historia de ambos es muy diferente y por ello es difícil creer que tengan coincidencias en temas como el combate a la inseguridad y a la delincuencia organizada.

El nuevo mandatario colombiano ya ha manifestado su desagrado y preocupación por el enorme poder que han adquirido los grupos de la delincuencia organizada en México. En un tuit de agosto de 2019 expresó: “Los cárteles mexicanos hoy controlan desde la hoja de coca hasta la venta de cocaína mezclada en una esquina de Nueva York. Son más poderosos por ello que Pablo Escobar o Carlos Castaño. Su siguiente paso es cooptar el poder político colombiano”.

Petro es un último eslabón para completar la cadena de mandatarios de izquierda en los principales países del continente. El pueblo colombiano decidió optar por la izquierda y dejar atrás una larga tradición de gobernantes de derecha y de centroderecha. Ojalá a Colombia le resulte bien la decisión de virar a la izquierda, lo que no ha ocurrido en otros países.

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