Desde San Lázaro

Antropofagia morenista

‘La perra cuando es brava, hasta a los de casa muerde’; esto es justo lo que pasa con la militancia morenista.

Ese cuerpo amorfo con células cancerígenas que ya hicieron metástasis en todo el organismo, se mantiene vivo por la fuerza de Andrés Manuel López Obrador y por ello sus posibilidades de subsistencia se limitan al éxito o fracaso de éste.

Las luchas intestinas se recrudecen en Morena ante la expectativa de reponer su proceso interno que resultó, por decirlo de manera elegante, un desastre y en este cochinero se mueven tres ‘corcholatas’ y el ‘arma secreta’ de AMLO para buscar quedarse con la candidatura presidencial de ese partido.

Tanto Claudia Sheinbaum como Adán Augusto López están conformando sus cuadros de simpatizantes en todo el país, porque carecen de ellos y confiarse en la estructura partidista de Morena no es garantía de éxito, porque gran parte de esa militancia está formada por oportunistas y, en el mejor de los casos, por tránsfugas del PRI y del PRD.

Imagine, estimado lector, que ambos personajes se dejen llevar por el canto de las sirenas que prometen cientos de miles de votos, para que a la hora buena, no convoquen ni a sus familiares.

La militancia de Regeneración Nacional solo responde a las señales que se emiten desde Palacio Nacional, lo demás es solo discurso, demagogia y manipulación de parte de Mario Delgado, que es solo cuestión de tiempo para que tenga que dimitir ante la explosividad y la irascibilidad de muchos cuadros políticos de ese partido, que están más que molestos por la falta de oficio político y de habilidad para serenar las aguas entre los bandos en disputa.

Si existe un partido con más tribus que África y más disputas que un matrimonio en pleito permanente, es precisamente Morena, y a falta de un dirigente nacional que carece de las capacidades y la legitimidad, ya que fue impuesto por AMLO para dirigir a ese Frankenstein, pues no es difícil prever el desenlace cuando las cosas se compliquen o se acerquen las elecciones del Estado de México y la presidencial.

Marcelo Ebrard sabe de lo gelatinoso que resultan las corrientes que se disputan el control político al interior de Morena en las entidades federativas; y también conoce a muchos de esos liderazgos que sentaron las bases para asegurar a los grupos de sus seguidores mediante canonjías, cuando militaban en el PRD y algunos en el partido tricolor.

Claro, el ‘carnal’ también la está regando al cobijar, por ejemplo, a disidentes del magisterio, como al maestro Tomás Vázquez Vigil, esbirro de Elba Esther Gordillo, personaje obtuso y siniestro que lejos de granjearle algunos votos al canciller, lo estaría alejando más del magisterio.

Ebrard debe escoger bien a sus aliados y confiar más en su instinto político que en aquellos consejeros políticos que no abonan nada a la causa.

En cuanto al ‘arma secreta’ de AMLO, diremos que es el senador Ricardo Monreal, quien ante la exclusión, se resigna a mantenerse fiel a Morena, aunque él sabe que no tiene ninguna oportunidad de ser el candidato a la Presidencia por ese partido, aunque también es consciente de que, de alguna forma, incidirá en inclinar la balanza en la selección interna de Morena y luego ya la elección de 2024.

Estos cuatro fantásticos se mueven en arenas movedizas por la bomba explosiva que está a punto de detonar al interior de Morena por el cochinero que significó su reciente elección interna y por la creciente inconformidad que, incluso, alcanza hasta a López Obrador.

La perra cuando es brava hasta a los de casa muerde y esto es justo lo que pasa con la militancia morenista, que se caracteriza por carecer de la mística de partido y sobre todo de identificarse con las causas de la población y de enfrentarse entre ellos, incluso sin provocación alguna.

Ellos van a lo suyo, que es el billete y posiciones políticas, sin importar los medios y la virulencia de sus protestas. Y cómo iba a ser diferente, si así fue como lograron llegar al poder.

La génesis de Morena fue a partir de la violencia, las manifestaciones, los plantones, el chantaje, el cobro de piso y la beligerancia en las redes sociales contra el régimen priista, que cuando se dio cuenta que iba a perder la elección en 2018, prefirió dejar pasar, sin obstáculo alguno, a Andrés Manuel López Obrador.

Bueno, pues ese ADN violento carcome desde el interior el cuerpo de Morena y pronto se convertirá en un festín de canibalismo entre correligionarios.

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