Cuando se desconoce lo que ocurre a nivel estatal y se pretende nominar a candidatos al gusto del principal huésped de Palacio Nacional, el resultado es un desastre.
A unos días de la elección en Coahuila, se le ocurrió a AMLO que declinaran Ricardo Mejía (PT) y Lenin Pérez (PVEM) a favor del ‘zar del carbón’ (Armando Guadiana), sin considerar lo que piensen ellos y sus simpatizantes en torno a esta decisión cupular.
El tema de fondo no es ni siquiera que Morena pierda esta elección, sino la terquedad de AMLO cuando se trata de poner por delante sus filias y fobias para definir candidaturas, sin importar el cargo de representación popular que esté en juego, como sería el caso de la candidatura presidencial.
Por más esfuerzos que hace el presidente, no puede ocultar su preferencia por Claudia Sheinbaum y no hace nada para frenar con hechos la cargada en favor de ella, sin importarle que pone en riesgo la elección presidencial.
Pero, bueno, así se las gastan el presidente López Obrador y Morena, y ello le abre la puerta a la oposición para que cristalice la alternancia en el poder.
Coahuila es para Morena su Waterloo, porque se presentó a la elección con una estela de victorias electorales impresionantes para terminar haciendo el mayor ridículo de su breve historia.
Así como le pasó a Napoleón Bonaparte, al caer en la batalla de Waterloo a manos de los ingleses, holandeses y alemanes, lo que significó la caída del Imperio francés y la redefinición de las fronteras de los países continentales de Europa, de igual manera le ocurrirá a AMLO cuando enfrente la madre de todas las batallas electorales en 2024.
A unas horas de la cita en las urnas que tendrán los coahuilenses para elegir a su próximo gobernador el 4 de junio, con un acuerdo cupular entre Mario Delgado, líder de Morena, y su homólogo del Partido del Trabajo, Alberto Anaya, acordaron sacar de la jugada al candidato de este último partido, Ricardo Mejía, para sumarse a Armando Guadiana de Morena.
La desesperación es mala consejera y eso fue justo lo que le sucedió a Mario Delgado ante la inminente derrota que sufrirá su candidato a manos de Manolo Jiménez del PRI, PAN y PRD y por ello, pretendió burlarse de los simpatizantes del PT, al operar desde la Ciudad de México la declinación de su candidato, como lo hizo días antes, con el PVEM para intentar ganar la gubernatura de Coahuila.
El dirigente nacional de Morena cree que en automático se sumarán los adeptos de Mejía (PT) y Lenin Pérez (PVEM) a la candidatura de Guadiana, sin embargo, así no funciona la política, ya que esos votos se perderán en buena parte por la traición y la burla que se gestó a sus espaldas.
Muchos de esos votos caerán en la bolsa de Manolo Jiménez y si ahora la diferencia porcentual es de 28 por ciento sobre su más cercano competidor, con el agandalle que hizo Mario Delgado contra la militancia coahuilense del PT y del PVEM, se abrirá más la brecha.
Todo lo que hizo la dirigencia nacional de Morena fue una lección de cómo perder una elección, desde la nominación del candidato con una encuesta amañada que dio como resultado la victoria de Armando Guadiana, quien desde el principio era el favorito del presidente López Obrador, hasta la fragmentación de la coalición Morena-PT-PVEM, al decidir ir por separado en los comicios.
La campaña de Guadiana fue más una chunga que un esfuerzo serio y responsable de alguien que aspira a ganar una gubernatura, incluso en uno de los dos debates organizados por la autoridad electoral local, llamó más la atención su próstata inflamada que sus propuestas y argumentos.
Así, mientras Manolo Jiménez se despegaba en las encuestas de los otros candidatos, Guadiana se estancó en rangos de 25 por ciento y de ahí nomás no pasó.
La realidad de lo que sucedió en las campañas en Coahuila es que nadie iba a derrotar a Manolo Jiménez, incluso, si se hubiera consolidado la coalición, Morena-PT y Verdes, no se habría podido revertir una elección que ya estaba definida desde que se conoció el nombre del candidato de la alianza PRI-PAN-PRD.
Las expectativas electorales del presidente López Obrador están enfocadas en el Estado de México y en segundo plano en Coahuila, empero lo que hicieron en esa entidad tendrá sus consecuencias en los comicios de 2024 y en el efecto dominó con simpatizantes de sus aliados, quienes se sienten traicionados por sus dirigentes, quienes sin prurito alguno, negociaron la declinación a cambio de prebendas, dinero y posiciones políticas.