Desde San Lázaro

Batres, ante el mayor reto de su vida

Si con Claudia Sheinbaum se dificultaba la interlocución con los alcaldes y legisladores de oposición, con Martí Batres será más complicado crear puentes de diálogo y acuerdos.

Luego de dos frustrados intentos, por fin logrará su propósito, aunque solo sea por 15 meses y ello le quite la posibilidad de competir por la misma posición para 2024-2030.

Se sacó la rifa del tigre al arrancar acotado en su nueva responsabilidad por la desconfianza que le tiene su jefa.

Los candados que le dejó Claudia Sheinbaum a su suplente, confirman la sospecha de que Martí Batres no goza de su plena confianza, ya que al nombrar a Omar García Harfuch como coordinador de seguridad y a Luz Elena González, como coordinadora técnica de gabinete, se constituye un triunvirato que lo deja con las mismas responsabilidades que tiene como secretario de Gobierno.

Además, al proponerlo a la Cámara de Diputados de la CDMX, como interino para el periodo que concluye el 4 de octubre del año que viene, le impide competir para ser jefe de Gobierno en los comicios del próximo año; es decir, se le cerró la posibilidad a Batres de buscar ese cargo en el futuro inmediato.

Para efectos legales y políticos y a partir de que el Congreso local lo ratifique, Martí será el responsable total de lo que ocurra en la CDMX y ello de suyo, representa un gran riesgo, por estar sentado en una bomba de tiempo por el cúmulo de problemas y pendientes que dejó Sheinbaum, por ejemplo, el grave deterioro del Metro debido a la falta de mantenimiento mayor que se recrudeció durante su gestión.

La vulnerabilidad de la metrópoli ante los sismos y terremotos; la escasez de agua potable; la polución, el crecimiento real en los índices delictivos y sobre todo, la gobernabilidad que está prendida con alfileres; colocan a Martí Batres en una posición altamente vulnerable.

Y si a eso le sumamos que el presidente López Obrador le encargó a Batres recuperar las nueve alcaldías que perdió Sheinbaum en 2021 y mantener las seis restantes bajo la égida de Morena, pues en menudo lío está metido el exdiputado local por el PRD.

De hecho, este es su mayor compromiso para el próximo año y a eso se dedica en cuerpo y alma.

Es un operador político y “de tierra” por antonomasia, además de operar, a decir de notas periodísticas, “grupos de choque” que se presentan cuando la situación lo requiere.

Si con Claudia se dificultaba la interlocución con los alcaldes y legisladores de oposición en la capital del país, con Martí será más complicado mantener esos puentes de diálogo y acuerdos, por ello y más en un periodo previo a los comicios del otro año, habrá mayor polarización y encono con riesgo de transgredir el orden social y la misma gobernabilidad.

Los antecedentes personales y políticos del también miembro de la masonería, lo colocan en la fila del radicalismo de izquierda y por su talante autoritario, en el ring de los rudos, quienes a garrotazo limpio pretenden arreglan las cosas.

Con la etiqueta de ser deudor alimentario por partida doble, asunto que debe de estar zanjado en los tribunales, Martí Batres tiene su corazón puesto en el proyecto presidencial de Sheinbaum, por sus fobias contra el canciller en tiempos cuando colaboraba con él como secretario de Desarrollo Social en la capital del país.

De igual manera, él operó para que Claudia le ganara la partida a Ricardo Monreal cuando ambos buscaban la jefatura de Gobierno.

Con una trayectoria en partidos de izquierda como el Partido Socialista Unificado de México, en el que empezó “pintando bardas” y en el PRD, Batres ha tenido una carrera política con la etiqueta de líder social, disruptivo y antisistémico, perfil que llamó la atención de AMLO.

El presidente confía en él con sus asegunes, en la misma proporción que Sheinbaum desconfía, entonces estará entre la espada y pared en los próximos meses.

Para los capitalinos, es mejor que tengan un jefe de Gobierno de tiempo completo como Batres y no una funcionaria que su prioridad era posicionarse en el ánimo colectivo como una suspirante a la candidatura presidencial de Morena.

Surge una pregunta de inmediato: ¿El nuevo jefe de Gobierno mantendrá abiertas las arcas capitalinas a su antecesora para que ésta cristalice su sueño guajiro? ¿O se comportará como indica la normatividad vigente?

Esperemos que no haga de la opacidad su bandera y se dedique a mantener la gobernabilidad y evitar a toda costa, verbigracia, percances fatales en el Metro, y en general, en el ejercicio del poder.

COLUMNAS ANTERIORES

El robo del siglo
Democracia sindical en el SNTE

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.