Mientras que López Obrador escogió el camino del “dedazo” mediante la modalidad de la corcholata destapada con la simulación en la aplicación de encuestas, la oposición escoge un camino democrático e incluyente para que, incluso, pueda ser nominado como candidato presidencial alguien de la sociedad civil.
Con el método híbrido anunciado por la alianza Va por México, conformada por el PAN, PRI, PRD y el Frente Cívico Nacional, en donde firmas de respaldo, encuestas y los resultados de una elección primaria acotada, determinarán al ungido por una oposición a quien solo le faltaría sumar a Movimiento Ciudadano para presentarse cohesionadas en los comicios del próximo año; en apariencia se torna más competitivo el candidato opositor y con posibilidades de ganarle a la corcholata elegida por AMLO.
Y decimos que en apariencia, porque todavía falta constatar que tanto Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano, permitirán que el proceso de selección de los finalistas para competir por la candidatura para “la grande”, sea totalmente transparente y no, como siempre, hagan trampa para imponer a algún miembro de su camarilla por encima de otros aspirantes que, en estos momentos, lucen como favoritos para ganar la nominación.
Se habla que en el PAN todo está pavimentado para que pasen a la siguiente etapa Santiago Creel y el gobernador de Yucatán, Mauricio Vila; por parte del PRI, no descarte a Enrique de la Madrid, José Ángel Gurría y Beatriz Paredes, aunque también se querrá anotar ‘Alito’. Mientas tanto, en el Frente Cívico Nacional hay que anotar a Lilly Téllez, que aunque es panista no jugará por esta franquicia, y no hay que descartar a la senadora Xóchitl Gálvez, quien si bien es cierto que pertenece al grupo parlamentario del PAN, la realidad es que no está afiliada a este partido.
Se mencionan otros nombres de la sociedad civil que pudieran pasar a la siguiente etapa como Gustavo de Hoyos o incluso, Carlos Loret de Mola, empero, los interesados deben tener un grupo importante de colaboradores y los recursos para, primero, recabar las firmas de 150 mil personas que los respalden y segundo, tener los recursos monetarios suficientes para promoverse en los medios de comunicación, en redes sociales, bardas, espectaculares y otros medios de publicidad, para que la ciudadanía los conozca y los apoye.
Todo lo anterior, lo deben hacer con pleno respeto a las leyes electorales que prohíben expresamente hacer campañas políticas anticipadas con recursos públicos o con otro tipo de apoyos económicos, pero vamos, si los de la casa de enfrente llevan por lo menos un año violando estos ordenamientos, por qué no hacerlo desde la oposición, total el INE de Guadalupe Taddei, es omiso cuando se trata de sancionar a Morena y sus corcholatas.
Decíamos que estamos ante un proceso inédito de la oposición en la selección de su candidato presidencial, ya que será a través de “elecciones primarias acotadas”, en donde participaría un sector de la población que sea militante de los tres partidos políticos y de las diversas organizaciones civiles que integran el Frente Cívico Nacional.
El resultado de este ejercicio caminará en la delgada fila que divide la simulación y la autenticidad del proceso democrático. De hecho hay más amenazas para que, al final del día, se aborte este método de selección porque desde el oficialismo harán todo lo posible para que fracase.
No hay que olvidar que AMLO tiene incrustado a ‘Alito’, —su Caballo de Troya— en los terrenos de la oposición, y que por tratarse de un personaje traicionero por antonomasia, siempre habrá la desconfianza sobre su proceder.
Si todo el proceso de selección y sobre todo el resultado del mismo, da un candidato o candidata de espolones, entonces diremos que, para la elección presidencial nada está decidido, sobre todo si la ciudadanía se decide a participar en las urnas, ya que, como es sabido, a menor abstencionismo, mayor posibilidad de que triunfe la oposición.
Por el bien de la democracia mexicana es deseable que el bloque opositor sorteé con éxito su periplo para escoger a un gran candidato o candidata y con ello, ponga a temblar a la corcholata de la nomenclatura morenista.
Como hemos dicho repetidamente en este espacio, la máxima prioridad del presidente López Obrador, no es pasar a la historia como un mandatario que cumplió con sus responsabilidades y su compromiso para sacar a México de la pobreza, la marginación y la ignorancia, sino de mantenerse en el poder mediante interpósita persona más allá de su sexenio que culmina el próximo 30 de septiembre de 2024.
Por lo menos en este arranque formal, que no legal, de los procesos de selección de aspirantes presidenciales de Morena y sus rémoras y del bloque opositor, estos últimos le ganaron la partida a López Obrador y su partido político al hacer de la democracia el modo de selección de su abanderado presidencial.