Desde San Lázaro

Se cierra la elección con el paso de los días

Estamos a 11 semanas de que se despeje la gran incógnita de quién será la primera presidenta y si alguien está convencido de que la elección está definida, está equivocado.

Efectivamente, el reto mayor de las ofertas políticas que se ponen en la mesa de los grandes descuentos, es precisar cuál es la promesa electoral que más vende entre los votantes y sobre todo, si ésta es de tal fuerza para poderlos convencer para sufragar por ellos.

Vamos a la elección presidencial y tan solo consideremos lo que ocurre con Claudia y con Xóchitl, porque Jorge Álvarez, tan solo jugará un rol secundario.

Mientras que el reto de la abanderada del oficialismo es mayúsculo, en virtud de que los datos duros y la cruda realidad no se pueden tapar con un dedo y por ello se enfoca a establecer el compromiso que se encargará de construir el segundo piso de la transformación con los programas de política asistencial como la piedra angular de esta propuesta; la candidata de oposición tratará de capitalizar el fracaso de la administración de AMLO en diversos temas que son muy sensibles para la población, como, por ejemplo, la inseguridad pública y la violencia, la crisis en el sector público de salud y en la educación pública, la sustentabilidad, crisis hídrica y ambiental, la corrupción y la impunidad, amén del lustro perdido en crecimiento económico y desarrollo social.

Los programas sociales de López Obrador serán la manzana en disputa por ambas candidatas, porque una, la tiene por derecho y herencia; la otra, tratará de apropiarse de ellos, con promesas de que no solo los mantendrá, sino que incrementará los montos de apoyo y con cobertura universal.

Si la hidalguense logra convencer a ese universo de los beneficiarios de los programas sociales que se conservarán, pues le quedarán a Claudia muy pocas cartas para triunfar en la elección.

La exjefa del gobierno capitalino tiene forzosamente que ampliar su oferta electoral con una gama de propuestas propias y no solo circunscribirse a lo que le heredan.

Puntear con tanta anticipación en las encuestas representa también un riesgo en virtud de que se llega al pico muy anticipadamente y a partir de ese momento, tan solo queda decrecer, en tanto, aumentan las preferencias en torno a la adversaria política.

Este es el caso precisamente de Sheinbaum y Gálvez, ya que mientras la puntera se ha estancado, su adversaria se acerca con el paso de los días hasta llegar en la víspera de la elección, a diferencias de un dígito en las encuestas serias.

Si vemos el desempeño de las dos aspirantes en estos primeros 11 días de campaña, es menester señalar que arrancó mejor la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México, conformada por el PAN, PRI y PRD, en razón del poder de convocatoria mostrado, un discurso coherente y articulado y con propuestas serias y viables; en cambio, vemos a la abanderada de Morena, PT y PVEM, muy acartonada y con un sonsonete que pretende replicar a su mentor y en cuanto a los eventos realizados. Hay que decirlo con todas sus letras, la logística y la planeación dejan mucho que desear, ya que llevan a la gente a los mítines con tantas horas de antelación que a la mitad del discurso de la doctora se salen del evento, tal como ocurrió en Morelia.

Unos, los opositores van por convicción; otros, los oficialistas, van acarreados y de mal modo.

Está claro que la elección no solo se gana con las propuestas que enarbole cada candidata, sino con esos activos políticos tangibles como es el cash, la compra de votos, la participación abierta de los gobernadores y del crimen organizado.

Hay otros poderes fácticos, como, verbigracia, las iglesias, los medios de comunicación y las redes sociales que también influyen en el resultado y que, por tanto, se tienen que tener contemplados en los war room de cada aspirante presidencial.

Como se observan las cosas en este momento, se consolida la posibilidad de que habrá conflicto poselectoral, porque será cerrado el resultado de la elección presidencial y si a eso le sumamos que el oficialismo ganará solo tres de las nueve gubernaturas que estarán en juego, pues no se necesita ser adivinador o pitoniso para prever lo que se avecina.

Perderán en la Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Yucatán y Veracruz y tal solo podrán ganar Tabasco, Chiapas y Puebla.

México tendrá por primera vez una mujer presidenta, estamos a 11 semanas de que se despeje la gran incógnita de quién será la ungida y si alguien está convencido de que la elección presidencial está definida, está totalmente equivocado.

Más allá de filias y fobias, diremos que no se pueden desestimar las movilizaciones de la sociedad civil activa y el rechazo que prevalece en amplios sectores de la población ante el fracaso de la administración del presidente.

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