Desde San Lázaro

La CNTE, brazo agitador del gobierno

La CNTE tiene la orden de crear un entorno violento para, eventualmente, hacerlo crecer ante el ‘posible fraude electoral’ que propicie el triunfo de la candidata opositora.

Las protestas que está haciendo la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, (CNTE), movimiento disidente del SNTE, en la CDMX, Chiapas y Oaxaca, responden a la estrategia oficialista de crear un ambiente artificial de crispación social con la finalidad de enturbiar la elección presidencial, con el propósito de anularla en caso de que gane Xóchitl Gálvez y la oposición se lleve la mayoría en el Congreso federal.

Desde la instalación del campamento de la CNTE en el Zócalo para boicotear la ‘marea rosa’, en donde en voz de los propios dirigentes, se apostaron en ese lugar por instrucciones de la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, y de la misma Leticia Ramírez, de la SEP, con la indicación de resistir y no replegarse; hasta la agresión a las sedes de los partidos políticos en la capital del país, principalmente, adivine de quién, pues de Morena, es parte de la creación de un entorno violento para, eventualmente, hacerlo crecer ante el ‘posible fraude electoral’ que propicie el triunfo de la candidata opositora en las elecciones presidenciales.

Con la violencia en las calles, se podría declarar el estado de excepción de las garantías individuales y con ello, pedir la anulación de los resultados de los comicios.

Cerca de 100 maestros de la CNTE vandalizaron las sedes de los partidos políticos y del INE. Pedro Hernández, secretario general de la Sección 9, dijo que “quieren dejar en claro ante todos los partidos políticos que la CNTE siempre mantendrá su independencia ideológica”.

Si gana Claudia Sheinbaum, no dude estimado lector, que los disidentes se retirarán, con las talegas llenas de oro, a sus lugares de residencia y no habrá pasado nada. Pero si los resultados electorales se cierran de tal manera que se vislumbre el triunfo de Xóchitl Gálvez, entonces saldrán a la calle los grupos radicales y de choque que tienen acuartelados esos agitadores sociales del pasado y que ahora son autoridad, como el propio Andrés Manuel López Obrador o Martí Batres, tan solo por mencionar dos casos.

Pero vayamos por partes, para nadie es un secreto el modus operandi de la CNTE y su vínculo con el gobierno de la 4T, sobre todo en momentos en donde se requiere su presencia en diversas plazas para agitar el avispero a tal grado de desquiciar grandes conglomerados urbanos como es el caso de la Ciudad de México.

La relación del gobierno de AMLO con la disidencia magisterial, ha sido de claroscuros, que van desde la relación estrecha hasta el congelamiento de las relaciones institucionales y personales, en aras de mantener la estabilidad con el SNTE, que agrupa a más de dos millones de maestros en todo el país.

Pero cuando se trata de forzar un win to win entre el gobierno del tabasqueño y la CNTE, entonces se reafirma la perniciosa relación para hacer el trabajo sucio.

En esta semana, los revoltosos cerraron el Circuito Interior, Avenida Reforma y el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y van por más en la víspera de la elección.

Por otra parte, el incremento de la violencia criminal electoral en las últimas semanas que ha cobrado una cuarentena de asesinatos de candidatos a un puesto de elección popular en este año; el control de los criminales en vastas regiones del país a grado tal que son ellos los que determinan la victoria o derrota de los aspirantes, y el rechazo contundente a reconocer el triunfo de Xóchitl Gálvez por parte del presidente López Obrador, son solo algunos ingredientes de ese coctel molotov, que, incluso, podría resquebrajar la gobernabilidad y la paz social que está sostenida por alfileres.

De acuerdo al Instituto para la Economía y la Paz (IEP), México es uno de los lugares más peligrosos del mundo para hacer política. Tan solo el año pasado sumaron 275 eventos de violencia, incluyendo 171 homicidios.

En múltiples ocasiones el presidente López Obrador se ha referido a que existe la amenaza de un golpe de Estado ‘blando’, que no es otra cosa que un conjunto de técnicas no frontales y principalmente no violentas de carácter conspirativo, con el fin de desestabilizar a un gobierno y causar su caída, sin que parezca que ha sido consecuencia de otro poder.

Por su parte, Claudia Sheinbaum ha insistido en el fraude electoral y la compra de votos, sin ahondar más en ello, en tanto Xóchitl Gálvez advirtió que Morena podría recurrir a prácticas antidemocráticas o a una elección de Estado para evitar el triunfo de la oposición.

Qué lamentable que a unas horas de la celebración de los comicios, crezcan los indicios de que el gobierno se escudará en diversas estrategias legaloides y del apoyo de grupos radicales o criminales, para, incluso, declarar un estado de excepción para evitar la alternancia en el poder.

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