Desde San Lázaro

El control total del Congreso

La primera mujer presidenta en nuestro país tendrá el control sobre el Congreso, y ello representa una gran tentación para concentrar más poder en beneficio propio.

En tiempos de la 4T nos asustamos ante la simple idea de que Morena y sus aliados tendrán mayoría calificada en el Congreso en la próxima legislatura, la LXVI. Sin embargo, habría que recordar que en tiempos de la dictadura perfecta del PRI en el poder, tal como la calificara el escritor peruano Mario Vargas Llosa, en varias ocasiones el presidente de la República en turno, tuvo el total control, pero aun así no se tomaron medidas legislativas para llevar el país al despeñadero, ni tampoco se promovieron medidas de gran calado como, por ejemplo, abatir la pobreza y la marginación.

Tuvimos presidentes con aires de dictador como Luis Echeverría Álvarez, quien pretendía mantenerse en el poder a través de interpósita persona, José López Portillo, quien en cuanto se puso la banda presidencial, lo mando de embajador plenipotenciario en Australia, Nueva Zelanda y las Islas Fiji.

Desde luego, no hay la menor duda de que las mayorías calificadas en el Congreso federal son un peligro para México, porque ante el control del Poder Ejecutivo sobre el Legislativo, se puede modificar la Constitución para impedir, por ejemplo, la alternancia en el poder; o promover la militarización; o más aún, someter al Poder Judicial a los designios del Jefe del Ejecutivo Federal.

La maldita tentación de modificar la Carta Magna a capricho del presidente y sobre todo de acrecentar y de mantener el poder más allá de su término constitucional.

Incluso de desaparecer la no reelección para el presidente y gobernadores, ha tentado a varios mandatarios, aunque al final, la presión social, política, económica, además del rechazo de los poderes fácticos, impiden esos arrebatos de dictadores ‘bananeros’.

Bueno, en el caso que nos ocupa, el del presidente Andrés Manuel López Obrador, tuvo posibilidad de construir esas mayorías calificadas principalmente, en la primera mitad de su sexenio, en ambas cámaras legislativas y con ellas se avocó a desmantelar los contrapesos institucionales, amén de abrogar la reforma energética de Peña Nieto y la reforma educativa, para dar paso a la supuesta soberanía energética, que no fue otra cosa, que llevar a la quiebra operativa y técnica a Pemex y la CFE, al comprometer el abasto de fluido eléctrico para atender la creciente demanda.

El daño en diversos rubros de la economía y en los sectores de la población más desprotegidos, es evidente, sin embargo, para la segunda mitad de su administración, perdió esa mayoría calificada en la Cámara de Diputados y también no tuvo la capacidad de construir ese escenario en la colegisladora, lo que impidió que se cristalizara, con la ayuda de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los coletazos del autoritarismo, tal vez por esta razón se explica el revanchismo que inspira al tabasqueño ir en contra del máximo tribunal del país.

Ahora, la primera mujer presidenta en nuestro país, tendrá el control sobre el Congreso, y ello, representa una gran tentación para concentrar más poder en beneficio propio o de plano, usarlo en favor de llevar a niveles superiores de desarrollo y equidad social a los mexicanos. Claro con base en mejorar sustancialmente a la educación pública de calidad, al sector salud y políticas públicas que permitan revertir el círculo pernicioso de la pobreza con programas que impulsen el círculo virtuoso de la productividad y no, como ocurre ahora, con políticas asistenciales que fomentan la flojera y el conformismo.

Claudia Sheinbaum tiene todo para ingresar a la lista de presidentes notables por su gestión y no engolosinarse con las mieles del triunfo para acabar con una gestión fallida.

De hecho, diremos que tiene un cheque en blanco extendido por los 35 millones de votantes que confiaron en ella y otros 40 millones de mexicanos que al no acudir a las urnas, permitieron el triunfo de la doctora.

Desde luego, ese bono de legitimidad que tiene la virtual presidenta electa, podrá desaparecer de un momento a otro, dependiendo de las decisiones que tome durante su gestión.

En el primer paquete de colaboradores de su gabinete, vemos personajes que pueden recordarle de vez en cuando a la presidenta, que es un ser humano común, por lo que no debe distraerse con el ‘canto de las sirenas’.

No es lo mismo gobernar con un Poder Legislativo opositor y beligerante; que tener uno de tapete, como es el caso en donde, no solo los legisladores de Morena, PVEM y PT, se desviven por ella; sino, también uno que otro del PRI, MC y del PAN.

Veremos cómo Claudia usa esa mayoría calificada que le da el control total del Congreso.

COLUMNAS ANTERIORES

Toma forma el gabinete de Sheinbaum
Quiero ser juez

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.