Desde San Lázaro

Hasta nunca

En este sexenio se instituyeron la mentira, la farsa y la manipulación como ejes centrales de las políticas públicas. Hasta nunca, Andrés Manuel López Obrador.

Termina la administración de López Obrador con más pena que gloria, aunque para un buen número de mexicanos fue desastrosa, en virtud de que padecieron en carne propia los efectos de la inseguridad pública, crisis económica, inflación, desempleo, pandemia, desabasto de medicamentos y vacunas; además de diversos sectores de la población que, a su dolor, se le sumó la indolencia y la burla de las autoridades, como las madres de desaparecidos, los desplazados y muchos más que fueron víctimas de las ocurrencias y malas decisiones del tabasqueño.

Desde 2018, con la cancelación del aeropuerto de Texcoco, avalada por una consulta popular ‘patito’, se vislumbró el talante autoritario de un presidente que, como su único objetivo, fue la venganza, el mantener el poder y consolidar el presidencialismo con el sometimiento de los contrapesos y de los poderes Legislativo y Judicial, además de implementar un régimen que se asemeja más a una dictadura que a una democracia plena.

Hay que decirlo con todas sus letras, el Presidente ganó la elección presidencial de 2024, con billetazos a los beneficiarios de los programas sociales y el mismo día de la elección con la compra de votos.

Hay estigmas imborrables y que perduran para siempre, como el de militarizar al país, sin efecto positivo alguno en el combate a los cárteles de la droga y en general a los criminales que se apropiaron de buena parte del territorio nacional.

Paradójicamente, a mayor número de soldados en las calles, se incrementaron los índices delictivos, como el de los homicidios dolosos que rebasaron la cifra de más de 200 mil asesinatos.

La aprobación por parte del Congreso federal del traspaso de la Guardia Nacional a la Sedena es el epítome de la ineptitud en el combate a la seguridad pública, y si a eso le agregamos que la Comisión Nacional de Derechos Humanos, con una ‘Piedra’ al frente, fue omisa en la materia, pues no hay forma de evitar la crítica a la política fallida de AMLO.

Las Fuerzas Armadas y la Marina estuvieron maniatadas para combatir a los malandros en igualdad de condiciones, toda vez que la instrucción presidencial de ‘abrazos, no balazos’ les impidió combatirlos e incluso repeler las agresiones.

Hasta nunca, Andrés Manuel López Obrador y aunque pretenda instaurar el obradorato, de entrada, dejará de ser Presidente constitucional a partir del primer minuto del 1 de octubre y ello, créamelo, estimado lector, ya es ganancia, ya que representa vislumbrar una luz al final del cadalso a donde arrastró a México.

En este sexenio, se endeudó al país como nunca, en niveles que comprometen el futuro, porque además de aumentar la deuda en 7.2 billones de pesos, se contrató con intereses muy altos, lo que representa que buena parte del Presupuesto se canaliza al pago de ellos.

Las finanzas públicas están muy comprometidas con tener márgenes de liquidez muy restringidos, ya que los ingresos del gobierno se han estancado contra el aumento progresivo de los programas de política social de AMLO, las pensiones, el pago de la deuda y sus intereses, amén del rescate de Pemex y CFE.

El PIB fue el más bajo en los últimos 36 años, con apenas un 0.9 por ciento.

El dispendio de los recursos públicos en la construcción de las tres obras emblemáticas de AMLO ha sido criminal, ya que por ejemplo, la refinería de Dos Bocas lleva 24 mil millones de dólares gastados en su construcción y todavía no opera a mediana capacidad.

Lo mismo ocurre con el AIFA que, por lo menos, para los próximos 20 años trabajará con pérdidas y se mantendrá subsidiado con recursos públicos.

Lo mismo ocurre con el Tren Maya, Mexicana de Aviación, Gas del Bienestar y tantas y tantas ocurrencias que fueron un total fracaso como la megafarmacia.

En este sexenio se instituyeron la mentira, la farsa y la manipulación como ejes centrales de las políticas públicas.

Seis años para culpar a otros de la propia ineptitud e incapacidad para resolver los acuciantes problemas que aquejan a todos los mexicanos, en particular a los que menos tienen.

Se va AMLO y más de la mitad de los mexicanos se mantienen en la pobreza y la marginación y excluidos totalmente de los servicios de salud.

El prestigio que construyó México en la esfera internacional por su férrea defensa a la no intervención y el respeto irrestricto a la autodeterminación de los pueblos fue pateado por el tabasqueño al pelearse con varios jefes de Estado y diversos gobiernos.

No alcanza el espacio de esta columna para enumerar sus desencuentros con mandatarios de otras latitudes, empero, tan solo hay que recalcar las diferencias con nuestros tres socios comerciales más relevantes, Estados Unidos, España y Canadá.

Hasta nunca.

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