Desde San Lázaro

¿Arranca el obradorato?

Lo hemos dicho en otras colaboraciones, si la presidenta se dedica a reconstruir la unidad entre los mexicanos y dejar atrás la polarización social, ya es avance.

En cada relevo presidencial se renueva la esperanza del pueblo; así ocurrió en todos los cambios de mandatarios que se han sucedido desde Lázaro Cárdenas y ahora que asume una mujer como presidenta, pues se fortalece aún más ese optimismo y se piensa que las cosas van a cambiar por cuestiones de género o por arte de magia.

Así sucedió con Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. Ya lo que sucedió luego con su gestión fue otra cosa, pero al arranque le dieron esperanza al pueblo atribulado y sometido por la ignorancia y la pobreza.

La historia ha puesto a cada quien en su lugar; a unos les dio un sitio digno y a otros fueron estigmatizados como represores y pésimos gobernantes, como fueron los casos de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, López Portillo, De la Madrid y en el futuro lo hará con AMLO.

Intentos de permanecer en el poder a través de interpósita persona han sido una gran tentación de los presidentes salientes, quienes pretendieron dejar en su lugar al más leal e incondicional de sus colaboradores, aunque después se llevaron un chasco porque muchos de ellos fueron traicionados y exiliados.

El más célebre caso fue el de Plutarco Elías Calles, quien pretendió instaurar un Maximato al controlar a Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez y a Lázaro Cárdenas y, por fortuna para la incipiente democracia mexicana, no se dio ese sometimiento.

La historia es cíclica y es la gran maestra para no repetir los mismos yerros de los gobernantes que han causado, sin exagerar, guerras civiles y revoluciones.

En este contexto, habría que ponderar, con el paso del tiempo, la gestión de Claudia Sheinbaum, independiente y autónoma como jefa del Ejecutivo federal.

En cuanto a la toma de protesta y la asunción al poder de una mujer, primero que nada hay que destacar que el día de la presidenta es histórico y ello no se puede soslayar, como tampoco el empoderamiento de las mujeres en la política que permita abatir la enorme desigualdad que prevalece en México por culpa de una sociedad machista y misógina y cuyo epítome de ese sometimiento son precisamente los feminicidios y la violencia contra las féminas.

Rompió el techo de cristal y tuvo los méritos suficientes, desde que conoció a su mentor, para llenarle el ojo en las diversas trincheras que ocuparon juntos, lo que permitió ganarse totalmente su confianza, a grado tal que, desde hace ya varios años, fue escogida por el tabasqueño para sucederlo.

Más allá del discurso lleno de odas, elogios y pleno reconocimiento a su antecesor, tratamos de rescatar algunas incipientes señales que permiten vislumbrar el estilo de gobernar que tendrá la presidenta.

De entrada, el saludo de beso a la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, representa una gran señal institucional sobre el respeto que debe prevalecer entre los tres poderes de la Unión. Algo tan simple como el saludo y la cordialidad, no lo hizo López Obrador con el Poder Judicial y sus máximos representantes; al contrario, los insultó, amenazó y los amedrentó todo el tiempo.

El segundo punto a rescatar es el guiño que le hizo a los inversionistas y mercados para restablecer los puentes de diálogo y de trabajo conjunto con base en el respeto al Estado de derecho, aunque en este punto será interesante observar cómo van a ajustar la reforma judicial para que no ahuyente a esas inversiones que tanto requiere el país para salir de la crisis que dejó López Obrador.

Mientras que uno se peleó con los actores productivos del país y del extranjero, la presidenta intentará reconstruir la relación con ellos.

El nearshoring en estos momentos tan solo está en el discurso y muy alejado de que se cristalice en la realidad, ya que muchas de esas relocalizaciones de empresas ya se fueron a otras latitudes y regiones del orbe.

El tercer punto es priorizar a los que menos tienen; es deseable que no solo los trate de ayudar con el regalo del dinero público, sino con crear los mecanismos suficientes para incorporarlos al mercado laboral y al círculo de la productividad.

Para ello se requiere consolidar el sistema educativo público de calidad, al tiempo de fortalecer la atención a la salud que brinda el Estado, con el abasto de los medicamentos suficientes, vacunas e insumos médicos que permitan atender a toda la población más desfavorecida.

Lo hemos dicho en otras colaboraciones, si la presidenta se dedica a reconstruir la unidad entre los mexicanos y dejar atrás la polarización social, ya es avance.

La gran asignatura pendiente en el primer mensaje de la presidenta fue la seguridad pública.

COLUMNAS ANTERIORES

Terminó la pesadilla
Otis, John, AMLO

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.