La autocracia es la forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley.
La escritora Anne Applebaum, en su texto denominado Autocracia S.A. (Autocracia Inc.), apunta que los autócratas modernos han evolucionado y se han adaptado a los desafíos del siglo XXI. Creando un sistema global interconectado a través de autocracias regionales. Operan como una especie de “sindicato” global, apoyándose mutuamente en aspectos económicos, políticos y tecnológicos. Esta red de colaboración trasciende las diferencias ideológicas como el comunismo soviético o el fascismo. En su lugar nos enfrentamos a un pragmatismo descarado, cuyo único fin es la preservación del poder.
Karolina M. Gilas escribió en la edición de octubre de la revista Proceso un espléndido artículo relativo al libro de Aplebaum, en donde menciona que las autocracias avanzan en el mundo, y por todos los síntomas que tiene el paciente, eso lo digo yo, el gobierno de la presidenta Sheinbaum construye el segundo piso de la autocracia en México.
Se dice que el control de la información es otro pilar de estas autocracias modernas. En la era de la información, quien controla la narrativa, controla la realidad.
El control de la información va más allá de los medios tradicionales. Las redes sociales y las plataformas digitales se han convertido en un nuevo campo de batalla. Los regímenes autocráticos han aprendido a utilizar estas herramientas para manipular a la opinión pública.
Así ocurre en Hungría, China, Venezuela y en México, entre otros tantos países.
La cooptación de las élites es otro elemento clave para consolidar el poder. Los cultivan a través de beneficios que crean una clase de oligarcas y empresarios cuya prosperidad está íntimamente ligada a la continuidad del régimen.
Los fondos públicos se utilizan para enriquecer a los leales al régimen, quienes nadan en un mar de corrupción alentado por el propio régimen que se ha vuelto como un sobreprotector del manto de la corrupción. Se crea un círculo vicioso en el que aquellos que se benefician del sistema corrupto tienen un interés directo en mantenerlo en funcionamiento.
También, la cooptación de los organismos electorales es una piedra fundamental para simular elecciones y asegurar sus resultados.
Desde luego, no puede existir una autocracia sin el respaldo totalitario de las Fuerzas Armadas. Veamos el caso, otra vez, de Rusia, China, Venezuela y ahora México.
Existe una alianza informal entre los gobiernos autocráticos basada en intereses comunes que derivan, incluso, en apoyos económicos, respaldo diplomático en foros internacionales e intercambio de tácticas para suprimir a la disidencia.
Se defienden entre sí contra las presiones democráticas, tanto internas como externas.
Los demócratas no se enfrentan contra un solo gobierno autocrático, sino a toda una red que presenta un bloque cohesionado y muy poderoso a nivel mundial.
Applebaum plantea una serie de recomendaciones para combatir a los gobiernos autocráticos, que van desde fortalecer las instituciones mediante un sistema robusto de rendición de cuentas. Esto requiere proteger la independencia de los medios, promover el Estado de derecho y asegurar que la sociedad civil mantenga su capacidad crítica y de resistencia.
En segundo lugar, las democracias deben mejorar su capacidad para contrarrestar las campañas de desinformación y manipulación mediática.
Alerta Karolina Gilas que se debe evitar el crepúsculo de la democracia que Applebaum teme para dar paso a una larga noche autoritaria.
El manual de las autocracias lo sigue a pie de la letra el gobierno autodenominado de la 4T, con cooptar o desaparecer los contrapesos al Ejecutivo, militarizar y controlar los mandos castrenses, tomar el control del INE y del TEPJF, someter a los poderes Legislativo y Judicial, perseguir y someter a periodistas y medios de comunicación independientes y darle sus cucharadas a la población del México irreal, amenazado por enemigos imaginarios que se construyen desde las mañaneras.
No se alerte, estimado lector, cualquier similitud con los regímenes autocráticos no es mera coincidencia. Todo está perfectamente planificado, articulado y ahora llevado a la práctica. En este contexto, no hay duda que la reforma judicial de la dupla AMLO-Sheinbaum caminará sin ningún contratiempo.
Veremos qué opina el próximo presidente de Estados Unidos, Kamala Harris o Donald Trump, al observar con profunda preocupación que en su “patio trasero” crece de forma apresurada un enemigo de las democracias del mundo.
Si los mercados están nerviosos o si nuestros principales socios comerciales se muestran preocupados con la destrucción del orden constitucional, eso no tiene ninguna relevancia si de mantener el poder para las próximas décadas se trata.