Desde San Lázaro

La 4T no necesita a la oposición

La autocracia se regodea en su inmenso poder y por eso desdeña a los opositores con la olímpica frase de que la ventana para su atención es la Segob y párele de contar.

Por qué va a cambiar la presidenta Claudia Sheinbaum de los métodos que utilizó su mentor, si con ellos arrasaron en las pasadas elecciones y con ello dejaron al bloque opositor en su mínima expresión.

La receta del triunfo dio resultados y merced a ello se piensa en el oficialismo que es suficiente para el 2030 y más, entonces qué caso tiene sentarse a dialogar con el PAN, PRI o MC, si no los necesitan en absolutamente nada; al contrario, sienten que si hablan con ellos se contaminan de ese virus perdedor que arrastran desde el 2018.

Si tienen la mayoría calificada en ambas cámaras legislativas y aunque fueron creadas artificialmente, el hecho es que con las dos terceras partes de los votos les alcanza para aprobar absolutamente todo, aunque atente contra los derechos fundamentales de todos los mexicanos y ello represente un atropello que, ni siquiera la Suprema Corte de Justicia de la Nación pueda hacer algo para evitarlo.

La autocracia se regodea en su inmenso poder y por eso desdeña a los opositores con la olímpica frase de que la ventana para su atención es la Segob y párele de contar.

En esta lógica, qué caso tendría el ofrecimiento que hiciera el flamante dirigente nacional de Acción Nacional, Jorge Romero, al solicitar el diálogo, “por única vez”, con la jefa del Poder Ejecutivo federal, pues ninguno, solo se arriesgó a ser bateado y con ello hacer el ridículo.

En una farsa de elección de los azules en donde resultó ganador el susodicho Romero, como lo anticipamos todos desde hace meses, se confirma que los panistas traen la brújula perdida, ya que el camino para recobrar presencia electoral no es con gestos de buena intención y menos con una sutil zalamería para que el poder se congratule con ellos.

Lo que debería hacer el último de la camada de los cachorros azules que comenzó con Ricardo Anaya, Damián Zepeda, Marko Cortés y ahora, Jorge Romero, es replantear el papel de Acción Nacional como cabeza de una oposición demandante, valiente, contestaría, disruptiva y, sobre todo, con capacidad de movilización para protestar contra los abusos del poder y exigirles cuentas, si no por los canales democráticos, sí con la fuerza del pueblo.

Pero es demasiado pedirles a estos opositores del PAN, que no quieren salir a las calles a ensuciarse el calzado, a ponerse del lado, por ejemplo, de las madres de desaparecidos o de los deudos de las víctimas del covid y del desabasto de medicamentos y menos apaciguar el dolor de los familiares de más de 200 mil asesinados en el sexenio anterior.

Hay demasiado dolor en México —huele a muerte— provocado por un gobierno omiso en cumplir con sus tareas de proteger a la población y su patrimonio.

Ese desdén oficial al dolor de la gente, que comenzó desde 2018 y que se ha recrudecido el día de hoy, requiere una bizarra respuesta de parte de los ciudadanos que impávidos observan cómo los atropellan en sus derechos humanos y nada hace nadie para defenderlos.

Vemos cómo instituciones públicas que fueron creadas para defenderlos ante el poder público se someten a los designios, ahora, de la Presidenta; como es el caso de la titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y que, por más que pataleen algunos senadores de Morena para impedir la ratificación de Rosario Piedra en el cargo, lo cierto es que AMLO ya decidió que se mantenga en esa posición, no obstante que fue la peor calificada.

El poder concentrado en un solo ser humano y toda la República, los poderes de la Unión, las Fuerzas Armadas, las instituciones electorales y todo aquello que se mantiene en operación, están a su voluntad.

En este contexto, qué piensa hacer el dirigente del principal partido político de oposición: ¿pedir un diálogo con la Presidenta?, ¿o ubicarse del lado del pueblo bueno y sabio que es domesticado con las migajas que les regala el régimen?

Mal empezó el bisoño Romero y mal por los panistas que lo encumbraron a la dirigencia nacional, cuando arrastra el sospechosismo de una estela de corrupción denominada el ‘cártel inmobiliario'.

Tantos blanquiazules de prosapia y cuadros nuevos se refugiaron en un joven con medianas capacidades para hacerle daño a la autocracia.

Todo está diseñado para que Morena y aliados se enquisten en el poder por un largo tiempo, y más aún con una oposición timorata que se refugia en las manos de un perdedor.

Si así está el principal opositor, imagine en qué estado quedó el PRI de Alito y MC, que, por cierto, está como pasmado como su líder sempiterno Dante Delgado.

Se requieren nuevos partidos políticos con agallas para primero sortear el registro como tal y luego desafiar al poder.

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