No obstante el mensaje presidencial en torno a que no se contratará más deuda, la SHCP acaba de anunciar la colocación de 2 mil 300 millones de dólares por la emisión y reapertura de bonos que, sin duda, dan tranquilidad a los mercados por el refinanciamiento de pasivos con vencimientos este año o por la cobertura de la amortización de intereses de la deuda pública del país, al diferir fechas de pago, incluso, hasta el año 2050.
El apetito de los mercados internacionales por las altas tasas de interés que se pagan en México es un bocado difícil de omitir por los dueños del billete, por ello tuvo gran aceptación el nuevo bono por mil 500 millones de dólares con vencimiento en abril de 2030.
La tasa de interés por este bono discrepa ya que algunas fuentes como la citada por El Financiero habla de una tasa de 4.50, mientras que las fuentes oficiales mencionan 3.250 por ciento anual. En cualquiera de los casos son nuevos pasivos que sobrecargan el Presupuesto de cada año en donde las amortizaciones de los pasivos y las pensiones se llevan cada vez mayor tajada de los ingresos que genera el gobierno.
Así, por una parte se contrata nueva deuda por mil 500 millones de dólares y por otra se consiguen 800 millones más por la reapertura de un bono con vencimiento en enero de 2050, en cual se emitió apenas en julio de 2019.
Dice la SHCP que con esta contratación se cubre el 100 por ciento de las amortizaciones de la deuda exterior y 58 por ciento de las necesidades de financiamiento externo del gobierno para 2020.
La información oficial en torno a la deuda pública menciona que el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP) ascendió a 10 billones 758.5 mil millones de pesos. El componente interno del SHRFSP se ubicó en 6 billones 909.1 mil millones de pesos, mientras que el externo fue de 196.8 mil millones de dólares equivalente a 3 billones 849.4 mil millones de pesos.
La enorme carga a las finanzas públicas que cada presidente va heredando a su sucesor es gigantesca, no obstante que se ajuste a los límites impuestos desde el Congreso, vía el Paquete Económico respectivo, pero mientras son peras o manzanas, las próximas generaciones de mexicanos ya traen como torta bajo el brazo una deuda personal que tendrán que ir pagando con sus impuestos y diversas reducciones que hará el Estado que sin duda repercuten en la calidad de vida de todos.
Este es el escenario actual. Sin embargo, puede empeorar en la medida que las calificadoras de crédito internacionales bajen sus calificaciones al país o Pemex, porque entonces si se avecina una nueva crisis que de suyo, ya se atisba con la recesión económica técnica que se dio el año pasado.
Mientras no se genere riqueza interna, no se podrá quitar el yugo de los intereses y el capital prestado, y menos cuando el Presupuesto de cada año se destine a programas que son del gusto del gobernante en turno y no para atender las necesidades más acuciantes del país, como son precisamente, la baja de los niveles de endeudamiento y la amortización respectiva.
De estos temas, por supuesto no se habla con datos duros en las mañaneras, aunque es relevante que la ciudadanía los conozca. Lo que no se vale es que los legisladores de todos los partidos sean omisos ante la gravedad del problema.