Desde San Lázaro

Confinar o no confinar, ese es el dilema

Mientras que para López Obrador la pandemia sigue su marcha natural de contagios con una visión oficial darwiniana, los datos duros de fallecidos y enfermos continúan al alza.

Aunque Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum no quieren regresar al confinamiento, la realidad es que poco han hecho para evitar que ello ocurra, ya que le han apostado a la inmunidad del rebaño y una serie de acciones que ni la Organización Mundial de Salud las ha aprobado por ser inútiles ante el embate de la pandemia a nivel mundial.

Entre gracejadas y el soslayo ha transitado el presidente de la República desde que inició el virus del Covid-19 en China. Primero, desdeñó el cubrebocas, luego dijo que con sus estampitas religiosas que traía era más que suficiente y después, rechazó a rajatabla la aplicación de pruebas masivas de detección.

Entre evasivas y contradicciones, además, lo más grave, de la insuficiencia de medicamentos e insumos para tratar el coronavirus, ha transitado la postura del responsable del gobierno federal para atender la pandemia, Hugo López-Gatell, quien ha llevado al país a una situación irreversible que apunta a un nuevo confinamiento.

La jefa del Gobierno capitalino enfrenta el dilema de seguir la política ordenada por el presidente e instrumentada por López- Gatell, o de plano dejarse llevar por los científicos de su equipo que aconsejan nuevas estrategias para frenar la pandemia en la capital del país.

Se tiene que volver al confinamiento, pero implicaría darle un gran impulso a la recesión económica y con ello, el riesgo de detonar el estallido social.

Los casos de enfermos por el Covid han repuntado, de eso na hay duda, no sólo en la CDMX, sino en toda la zona conurbada, además de los centros de población más relevantes del país. Ante ello, se tiene que cambiar la estrategia de combate al virus, desde diversos frentes que van de la aplicación masiva de vacunas, hasta el confinamiento dirigido en tiros de precisión en zonas detectadas por altos contagios.

Las recomendaciones hechas por Salomón Chertorivski, José Ángel Córdova, Julio Frenk, Mercedes Juan, José Narro y Guillermo Soberón, exsecretarios de Salud, no tienen desperdicio y sólo citaremos algunos apuntes de gran calado como ejecutar una campaña nacional de pruebas, tanto de infección (PCR) como de anticuerpos (serológicas), todo lo amplia que sea posible para alcanzar un nivel de representatividad suficiente y conocer el movimiento real que el coronavirus ha desplegado en la sociedad mexicana.

Dado que los confinamientos generales no son deseables y afectan gravemente a la economía, la estrategia consiste en poner en marcha un tipo de epidemiología de precisión, es decir, una estrategia que aspire a cuarentenas y confinamientos precisos, parciales y localizados; saber dónde empezó un brote, quiénes están en riesgo y ubicarlos con seguridad. "Pero si vamos a necesitar una salud pública de precisión, requerimos datos de calidad".

Otros consejos apuntan hacia la elaboración de una encuesta serológica a los mexicanos; un plan nacional de ocho semanas para controlar la pandemia. Este propósito puede ser la base para restablecer la coordinación con todos los gobiernos –federal, estatales– con todos los sistemas de salud, públicos y privados, los cuales a partir de los mapas de infección pueden planear las medidas subsecuentes hacia un nuevo periodo extraordinario de seis a ocho semanas para el genuino control de la epidemia (el tiempo promedio que han necesitado otros países en ese objetivo). La instancia llamada a restablecer la coordinación sanitaria nacional es el Consejo de Salubridad General.

Mientras que para el presidente López Obrador la pandemia sigue su marcha natural de contagios con una visión oficial darwiniana, la sobrevivencia del más fuerte y sin pruebas masivas de detección, sin protocolos de seguimiento de contagios y mucho menos sin los insumos necesarios, medicamentos y personal médico suficiente, los datos duros de fallecidos y enfermos continúan al alza y ante ello cuál decisión se va a tomar. La que sea, implica graves repercusiones para la vida y la economía de los mexicanos.

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