Desde San Lázaro

Cortinas de humo ante la incapacidad

El presidente López Obrador siembra cortinas de humo para desviar la atención sobre el estado en que se encuentra el país, el deterioro y retroceso en el que hemos caído.

Con la caída del PIB, empleo formal y la inversión, así como los indicadores de consumo y ventas en tiendas de autoservicio, se reafirma lo que ya es inminente, la recesión económica.

Y qué decir del entorno internacional con la crisis en Argentina, provocada por el posible arribo al poder de un populista, amén del enfrentamiento entre las superpotencias: EU y China.

Las calificadoras internacionales tienen a Pemex y a México en la mira, y por desgracia sólo es cuestión de tiempo para que degraden las perspectivas de la capacidad crediticia por la inestabilidad de las decisiones económicas del presidente López Obrador.

La desconfianza e incertidumbre permea en las decisiones del sector privado, y el brutal subejercicio del Presupuesto aniquila a las empresas que son proveedoras del gobierno.

Todos los ingredientes para que ocurra lo inevitable, y el Presidente sólo dice que vamos requetebién o que él tiene otros datos.

No se puede tapar el sol con un dedo, pero por fortuna todavía hay organismos independientes al Ejecutivo que emiten alertas y reportes sobre lo que acontece en la economía nacional.

Sobre la inseguridad pública, en ningún arranque de sexenio, ni con Zedillo, Fox, Calderón o Peña Nieto, habíamos estado con los indicadores delincuenciales al tope, con cifras que delatan a un gobierno que no puede brindar seguridad a los ciudadanos.

Es un Estado fallido y ni con la Guardia Nacional se puede contener el avance del hampa.

La tregua brindada a los cárteles no ha tenido los logros esperados, al contrario, empiezan a recobrar territorios que ya habían perdido como Michoacán, Guanajuato, Quintana Roo, Veracruz, Guerrero, Morelos, Tabasco, Baja California y la Ciudad de México.

No existe una verdadera estrategia articulada del Estado que permita cumplir con una de sus principales obligaciones ante los ciudadanos, y que está plasmada en la Carta Magna, que es proteger la vida y patrimonio de todos los mexicanos.

Y el tercer elemento de este cóctel molotov que en cualquier momento va a reventar: el respeto irrestricto al Estado de derecho, que por desgracia todos los días se vulnera por el gobierno de la 4T.

Un dato actualizado que subraya lo dicho, publicado ayer por el periódico ContraRéplica que dirige Rubén Cortés: en sus primeros ocho meses de ejercicio de la administración de López Obrador, el gobierno ha otorgado por la vía de la adjudicación directa 21 mil 343 contratos, que representan el 75 por ciento de los 28 mil 458 convenios cedidos a la fecha.

Este dato, que de suyo representa la máxima expresión de la corrupción, pinta de cuerpo entero al nuevo gobierno, que desde que AMLO tuvo la constancia que lo acreditó como Presidente de la República se ha dedicado a trastocar el orden jurídico. Si no me cree, habría que recordar la cancelación del aeropuerto de Texcoco, basada en una consulta popular patito y a todas luces inconstitucional.

En estas pinceladas sobre el estado en que se encuentra el país se intenta plasmar el deterioro y el retroceso en el que hemos caído. Ante ello, el presidente López Obrador siembra cortinas de humo para desviar la atención de los problemas torales. El más reciente, la detención de Rosario Robles, quien independientemente de ser culpable de orquestar lo que algunos medios denominan la 'estafa maestra', debe respetarse su debido proceso y no como denunció su abogado, que enfrentó a una acción concertada desde el poder para encerrarla.

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