Desde San Lázaro

Los últimos días de Maduro

Las horas como presidente de Venezuela se agotan y no se ve cómo Maduro pueda librar la presión internacional y la justicia.

Los ocho días más largos en la vida de Nicolás Maduro están contando, el plazo vence hoy y al término no sólo España, Francia, Alemania y Gran Bretaña, sino la Unión Europea se sumará a un paquete de medidas que van desde el rompimiento de relaciones, hasta la prohibición de tener cualquier relación comercial.

Aunque la acción más radical de la Unión Europea es reconocer a Juan Guaidó como presidente encargado.

La restauración de la democracia y el Estado de derecho en Venezuela están en el vórtice de los reclamos de Europa, al igual que la mayoría de los países del continente americano, con excepción de varios, entre ellos México.

Las horas como presidente de Venezuela se agotan y no se ve cómo Maduro pueda librar la presión internacional y la justicia, además de que las manifestaciones se recrudecen, su último saldo macabro ronda las 27 muertes.

Acorralado con serias restricciones para disponer de mil 200 millones de dólares en oro del Banco de Inglaterra y de sanciones del orden de siete mil millones de dólares a la petrolera estatal venezolana (PDVSA) en sus activos por parte de Estados Unidos, Maduro enfrenta un destino tortuoso que ofrece la disyuntiva de escapar, ahora que tiene tiempo, o de plano arriesgarse a sufrir consecuencias mayores.

Europa y América toman medidas para impedir que se sigan saqueando los activos y recursos naturales de Venezuela. Mike Pompeo fue más allá al señalar que Maduro y sus colaboradores han usado la empresa estatal PDVSA para controlar, manipular y robar al pueblo venezolano durante demasiado tiempo.

Estados Unidos mantiene las compras de petróleo venezolano, del que es uno de los principales receptores, pero los fondos resultantes serán controlados por Guaidó.

La acción conjunta de la comunidad internacional logrará que caiga el sátrapa, y con ello el país sudamericano dejará atrás una de sus etapas más ominosas de su historia, y que por cierto tardarán lustros en recomponer el desastre que ha dejado Nicolás Maduro.

La etapa de explotación y muerte en Venezuela comenzó con Hugo Chávez, que de no ser por su muerte seguramente estaría en el paredón.

El estigma que tiene Latinoamérica de padecer dictadores continúa con Nicolás Maduro, quien se coloca entre los más sanguinarios de esa lista negra, en donde destacan: Fulgencio Batista (Cuba); Augusto Pinochet (Chile); Jorge Videla (Argentina); Anastasio Somoza (Nicaragua) y François Duvalier (Haití).

Está documentado como algunos de esos tiranos llegaron al poder: unos a través de golpes de Estado, otros, en cambio, por la vía democrática, pero todos ellos buscaron perpetuarse a costa de la sangre de su pueblo.

La tentación de los gobernantes por continuar en el poder es irresistible, sobre todo en aquellos hombres que si bien tienen una inteligencia preclara, también mantienen esa obsesión enfermiza, que en aras de defender los supremos intereses del pueblo buscan justificar su permanencia.

La forma que utilizaron para preservar sus canonjías fue, en algunos casos, el populismo combinado con la represión soterrada y la privación de los derechos fundamentales del hombre.

¿Existen ciertos paralelismos entre Maduro y Andrés Manuel López Obrador? Eso el tiempo lo dirá, pero a decir de los detractores del tabasqueño, los primeros actos de gobierno son similares a los que emprendió Hugo Chávez y luego Maduro en su momento, en los temas de crear un ejército de adeptos mediante la subvención con asistencia social, al tiempo de cercenar las libertades, eliminar los contrapesos y aplicar la censura, la ley mordaza a los medios de comunicación, ya sea por el tolete, ya sea por cancelación de la publicidad oficial.

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