Desde San Lázaro

Pemex, entre el circo, la corrupción y la ineptitud

El barril sin fondo que representa Pemex tiene su origen en un manejo totalmente irresponsable de la empresa del Estado.

Mientras el show mediático 'Lozoya' está en su primera parte de una obra que se alargará hasta la víspera de las elecciones intermedias del próximo año, Pemex se evapora entre las manos del presidente de la República, sin siquiera atisbar qué hacer para evitar el desastre que se avecina.

Se podrán argumentar decenas de justificaciones para evadir la responsabilidad de las últimas administraciones, pero los datos duros son tan evidentes de lo que está por llegar, que con enterrar la cabeza como avestruz e ignorar el problema no se va a solucionar nada.

El barril sin fondo que representa Pemex tiene atisbos de un manejo totalmente irresponsable, sobre todo, ante la crisis económica provocada por la pandemia en la que, para recuperarse del daño, deberán pasar varios lustros.

En tiempos en donde los recursos presupuestales son cada día más escasos, es criminal mantener bajo los actuales criterios populistas a Petróleos Mexicanos, ya que en cualquier momento la degradación de la deuda y bonos por parte de las calificadoras internacionales disparará, en un primer momento, el servicio de la deuda a niveles de 20 por ciento del PIB, al tiempo que se desplomará el valor de la otrora paraestatal.

De hecho, Pemex concentra 42 por ciento de la deuda de compañías en grado especulativo, conocidos como 'bonos basura', en América Latina que vencerán en los próximos 12 meses, de acuerdo a Moody's.

La terquedad en gastar en la construcción de la refinería de Dos Bocas en nada ayuda a Pemex y sí compromete más su viabilidad en el futuro.

Esta es sólo una de las pésimas decisiones que se están tomando por el actual gobierno de un paquete de acciones que en nada servirán para revertir la crisis.

Es decir, el panorama compromete a grado extremo la misma existencia de Petróleos Mexicanos, empresa que, en su giro principal, tiene el pasivo más grande del mundo.

Tratar de orientar a la opinión pública hacia el linchamiento mediático de funcionarios de otras administraciones puede ser redituable políticamente, sin embargo, no combate de fondo la grave situación de Pemex, que en realidad es lo que debe interesar.

Si se hunde Pemex, se hunde el país también.

Solo un dato, del 1 de enero al 30 de junio de este año, acumuló una pérdida neta de 606 mil 588 millones de pesos. Es decir perdió dos millones 315 mil pesos cada minuto.

La diputada federal Mónica Almeida menciona que "mientras el show de Lozoya sube de intensidad mediática para poner a las pasadas administraciones y a los partidos que postularon a los ahora villanos como los culpables de todos los males que aquejan al país, se deja de lado que el verdadero enemigo está en casa. Hoy la cuarta transformación ya transformó a Pemex en un barril sin fondo, la incapacidad para dirigir a la empresa petrolera, en cifras, refleja que existen 44 mil millones de pesos en pérdidas netas tan sólo en el segundo semestre del año".

Las ventas totales de Pemex en el segundo trimestre del año se redujeron, y la producción no alcanza siquiera la cifra máxima permitida por la OPEP, por lo que existe una pérdida de 4.9 por ciento respecto de 2019, donde la producción de Pemex llegó a su nivel más bajo desde 1979. En conclusión, "con esta administración, ni en producción, ni financieramente, ni operativamente, ni en materia de deuda han logrado mejorar; por el contrario, estamos peor que nunca".

El caso Lozoya en estos momentos le compete a la Fiscalía General de la República y al Poder Judicial, no al mandatario nacional. Lo que sí es responsabilidad del presidente es resolver el desastre en el que se ha convertido Pemex, perdiendo su calificación crediticia, con deuda récord, pérdidas mensuales históricas y con un gran presupuesto que no resuelve la situación.

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