Desde San Lázaro

Purga en Morena

La confrontación de Morena está en el Congreso; en ambas cámaras se respira la polarización que se hace evidente en los liderazgos que tienen.

El enfrentamiento entre los senadores Ricardo Monreal y Martí Batres, de Morena, es tan sólo la punta del iceberg que se acerca a impactar la línea de flotación de ese partido político.

La escisión viene de meses atrás y se da por la manzana que representa la silla que en estos momentos ocupa Yeidckol Polevnsky. Así es, la renovación de la dirigencia nacional, que se supone se hará en noviembre, ha fragmentado la unidad morenista; y si el líder moral de ese partido, Andrés Manuel López Obrador, no interviene a tiempo, el choque de trenes que se avecina dejará muy mal parado a su proyecto transexenal.

Las dos cabezas más visibles de esta lucha fratricida son: el propio Monreal, que representa la corriente digamos renovadora; y la otra, representada por la señora Polevnsky, serán los tradicionales, y conste que no lo decimos por sus principios ideológicos, sino por ser en buena parte de los fundadores de Morena.

Las palabras del Presidente sobre el affaire Monreal-Batres van dirigidas no sólo a los dos, sino a todos aquellos que pretenden salirse del huacal, y de esos hay muchos en los dos bandos y hasta en el propio gabinete y staff de la Presidencia.

El enemigo que le debe preocupar a Morena en las elecciones intermedias de 2021 no está en la oposición, sino al interior de ese partido, por eso se requiere una intervención quirúrgica, delicada pero al mismo tiempo profunda, para exterminar el cáncer que corroe sus entrañas.

Para nadie es un secreto que López Obrador ya no quiere a Yeidckol al frente del Movimiento de Regeneración Nacional, pero tampoco confía en Ricardo Monreal y la mano que mece la cuna para entregarle esa responsabilidad, por lo tanto se requiere un tercer frente que, por un lado, sea del gusto del tabasqueño y, por otro lado, que aquiete las aguas turbulentas.

No tiene mucho de dónde escoger, toda vez que en donde hay capacidad política y liderazgos no hay lealtad probada; y en sentido contrario, hay leales, pero son muy lerdos.

La disyuntiva está, para ser pragmáticos, en el proyecto que le brinde la seguridad de construir los escenarios para que camine la revocación de mandato y después la reelección presidencial o, en el peor de los casos, dejar a su sucesor conforme a su modo y conveniencia.

La confrontación de Morena está en el Congreso; en ambas cámaras se respira la polarización que se hace evidente en los liderazgos que tienen. En la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo tiene sus preferencias con el proyecto de Yeidckol-Batres, y por otro, Mario Delgado representa la renovación.

Los morenistas de prosapia cabildean en una grilla barata para dañar al enemigo y encumbrar a quien goza de sus simpatías, y nadie escapa a ello.

En este contexto, se espera la purga para expulsar a los bichos y oportunistas que buscan mamar del presupuesto y abrevar del poder.

"Ya no ayudan quienes solamente piensan en sus intereses personales. El pueblo de México ya cambio de mentalidad y conoce quién es un trepador, un oportunista y un politiquero", acotó el líder moral de Morena.

Llegar al poder desquició a muchos que en su vida siquiera habían soñado tener la mitad de lo que hoy ostentan, y así como hay varios expriistas con piel renovada, también hay aquellos que se sienten iluminados, pero que en realidad no rebuznan porque Dios es muy grande.

COLUMNAS ANTERIORES

La CDMX para Taboada
De presunto delincuente a prócer de la 4T

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.