Ya con el Congreso bajo su control, después del resultado de los comicios del 6 de junio, el presidente López Obrador enfrentará el desafío de seguir manteniendo a su ejército de electores que le dieron el anhelado triunfo para mantener la mayoría en la Cámara de Diputados federal.
Es un gasto gigantesco que no alcanza para cubrirlo con el presupuesto anualizado.
En este contexto de falta de recursos presupuestales, confirmamos el hecho de que estamos ante un gobierno en quiebra que tratará por todos los medios de conseguir recursos económicos, ya con el alza de impuestos o con la contratación de más deuda, o de plano con seguir subiendo la gasolina a niveles de 25 pesos por litro de la denominada magna
Todo el dinero que sacó de los fideicomisos y de los fondos de reservas para contingencias, además de la cancelación de innumerables programas sociales como el de guarderías o el ahorro que hiciera en la compra de medicamentos para por ejemplo niños con cáncer, ya se habrá acabado para el 6 de junio.
A partir del segundo semestre del año, esteremos ante un gobierno en quiebra y desesperado en buscar recursos económicos para cerrar el segundo semestre del año por lo menos para pagar la nómina y aguinaldos
Entonces, allí se cosechará lo que sembró a lo largo de dos años y medio, tiempo en que se dedicó a construir una presidencia imperial sin escatimar en gastos, aunque estos hayan sido provenientes de los impuestos que pagan los contribuyentes. Esos a los que estigmatiza el presidente como más groseros e insolentes.
El proyecto político de AMLO se fondea de los propios impuestos que pagan los mexicanos que a toda hora son atacados desde el púlpito de Palacio Nacional, a grado tal de que ahora son estigmatizarlos como groseros
Me pregunto cuál será el estado de ánimo de esos mexicanos que por un lado se fletan para tener una mejor calidad de vida y pagar más de 30 por ciento de sus ingresos en impuestos; y por otro padecen el embate del presidente de México por tener esas pretensiones, al acusarlos de groseros fifís, conservadores y neoliberales
Qué paradoja tan compleja: Trabajo para que me peguen; pago mis impuestos para que atenten contra mí y mi patrimonio; cumplo con mis obligaciones fiscales como ciudadano para no padecer inseguridad y apagones, pero a cambio me convierto en un ser malévolo enemigo de los pobres y del régimen.
Estamos en un país de cínicos en toda los temas del ámbito político y más ahora con el ataque a la clases media y alta; estratos sociales de la población que a diario son llevadas al paredón para convertirlos en los malos de la película.
La clase media disminuye en número por la pandemia y el nulo apoyo que ha brindado el presidente López Obrador a ésta.
Lo sorprendente de este acoso es que nadie hace nada, solo se quejan pero siguen con su vida como si nada, obviamente es porque primero está la supervivencia y después la protesta social.
Todos hacen como que no pasa nada. Estamos en un país que vive en una hipócrita normalidad en la cual, tanto gobierno como los ciudadanos, damos por hecho que todo está bien y que responde a la nueva normalidad, sin embargo, esta pasividad social, esta indolencia y doble cara, pronto, muy pronto tendrá consecuencias nocivas para todos los mexicanos sin importar su estatus social.
Ahora, en plena contienda electoral, el gobierno abre la chequera para garantizar el triunfo de su proyecto político en las elecciones intermedias, sin reparar que, después, no habrá dinero que alcance para, ya no digamos resolver los problemas más acuciantes de México, como la crisis sanitaria, falta de vacunas y medicamentos, crisis económica, de inseguridad y de energéticos, sino para tan solo cubrir el gasto corriente.