“Seguramente Estados Unidos no permitirá que Andrés Manuel López Obrador sea presidente de México”, me comentaban seis meses antes de las elecciones presidenciales de 2018, empresarios y analistas. Y por más que les insistía que el vecino no detendría el abrumador éxito electoral de AMLO, que llegó a tener una ventaja de 20 puntos, muchos mantenían la esperanza de que Estados Unidos lo detendría. ¿Quieren los gringos tener un Chávez como vecino? Algunos aseguraban que de último momento el PRI se movilizaría para que José Antonio Meade o ‘Riqui Riquín Canallín’ (Ricardo Anaya) surgirían como ganador en el último momento.
Sigue sorprendiendo la ingenuidad o la ceguera de los que no entendieron la dinámica que llevaría a López Obrador llegar a la presidencia con un histórico apoyo popular, convirtiéndolo en el mandatario mexicano más poderoso en la historia reciente. Y lo increíble es que la ‘oposición’, a tres años, simple y llanamente no ha encontrado la forma de crear un frente común ante un presidente que ha violado todas las reglas del juego democrático y no tiene intenciones de cambiar.
Tampoco los partidos han querido desarrollar un mensaje que pueda competir con las distorsiones presentadas en las conferencias mañaneras, donde la realidad de la 4T choca con los datos que señalan que el país podría caer en un precipicio económico, social y en materia de seguridad.
Encuestas publicadas por el El Financiero Bloomberg indican que el nivel de aprobación ciudadana al trabajo del presidente Andrés Manuel López Obrador registró 60 por ciento en enero, en tanto, su nivel de desaprobación fue de 38 por ciento. Esto significa que el apoyo para el mandatario disminuyó en un mes siete puntos porcentuales en comparación con los datos de diciembre. Cuando le preguntan a los encuestados sobre el desempeño en materia de seguridad, la subió siete puntos en un mes, con 58 por ciento de desaprobación en materia de seguridad para el mes de enero.
Y aunque el gobierno puede argumentar que esta desaprobación tiene que ver con la percepción promovida por los medios de comunicación enemigos de la 4T, el presidente se equivoca. La seguridad tiene un componente de manejo de medios y una buena estrategia de comunicación (que claramente no es una prioridad de este gobierno). Pero es más probable que las encuestas estén reflejando la realidad que viven los mexicanos y no lo que informan los medios. Nada expresado públicamente por el presidente y su gabinete de seguridad dan un indicio de que están dispuestos a cambiar la ruta del país.
A menos de tres años para las elecciones, y a falta de un mensaje creíble de la ‘oposición’ que contraponga los datos alternativos de AMLO, además de la inexistencia de candidatos viables que puedan competir con la fortaleza política de López Obrador, no sorprende que de nuevo se busque soluciones y apoyo en Estados Unidos.
Además, hay que decirlo, la cuarta transformación y el Presidente no le temen a la oposición, pero sí les preocupa lo que podría eventualmente hacer el gobierno de Estados Unidos ante el talón de Aquiles de AMLO, que son su familia y allegados.
El presidente podrá controlar (amenazar) a las instituciones, los medios de comunicación, las ONG, las universidades y la sociedad civil en México. Pero su influencia no se extiende a territorio estadounidense.
El crimen organizado siempre ha sido cuidadoso en tener mucha presencia en Estados Unidos en cuestión de propiedades y cuentas bancarias. En el caso de las familias de mandatarios mexicanos, Estados Unidos era un lugar donde podían vivir, en una forma segura y con cierto nivel de discreción. Pero eso se acabó. En parte por la detención del exsecretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos.
Pero en el caso del hijo del Presidente, José Ramón López Beltrán, los objetivos de vivir en Estados Unidos no eran la seguridad de su familia o vivir discretamente fuera de México durante el sexenio de su padre. Y a diferencia de familiares de otros mandatarios mexicanos, parecería que el mismo gobierno de México no estaba al tanto (o no lo reconoció públicamente) de la amenaza que representa para el presidente la presencia de uno de los hijos de AMLO en territorio estadounidense.
Sin entrar en el debate sobre la casa en Houston del hijo del presidente, los vínculos no solo son físicos, sino también empresariales. Por ejemplo, los registros comerciales de la empresa denominada Finca Rocío Chocolate Corporation, que fue registrada en Nueva York, con el edificio habitacional en el condado de Albany, su oficina principal se encuentra en Wilmigton, Delaware (según reportes de la revista Proceso), abriendo otro frente para los hijos del presidente.
En la siguiente entrega: Por dónde podrían llegar los golpes jurídicos, políticos y diplomáticos de los vecinos.