¿En qué se parecen Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez? Sin importar quién es la siguiente presidenta de México, ni quién es la ganadora o cuánto fue la diferencia, ella enfrentará un país polarizado, endeudado con niveles históricos de violencia y una debilidad institucional. La receta perfecta para un sexenio de ingobernabilidad y aún más violencia. Hay que señalar que, por más que subraye López Obrador que le preocupa su legado político y el futuro de la Cuarta Transformación, el presidente claramente no se ha preocupado en facilitar la gobernabilidad del país después de que termine su sexenio. Al contrario, ha incrementado su discurso de odio y de polarización y debilitando a Claudia Sheinbaum, aun cuando la candidata de Morena tiene una alta probabilidad de ganar.
Y esto es lo que une a las dos candidatas: que mientras más se acerca el final de este gobierno, AMLO toma pasos para sabotear la viabilidad del siguiente sexenio.
Más allá de las propuestas de cómo reducir la violencia y los desaparecidos en el país. Claro que es importante la propuesta que presenten las candidatas de cómo aprovechar el nearshoring o la producción de litio para detonar el desarrollo nacional y regional. Obviamente ambas tendrán que replantear cómo detonar la economía, promover más inversión nacional y extranjera. Seguramente, por el perfil que tienen ambas, buscarán fortalecer el sistema educativo y la ciencia porque a México le urge más ingenieros, ingenieras, científicas y científicos. Seguramente propondrán una estrategia para mejorar la ciberseguridad y utilizar inteligencia artificial para mejorar la gobernabilidad y la seguridad nacional del país. Y ambas tendrán como prioridad reducir la pobreza extrema y mejorar el sistema de salud a corto plazo. Pero cuando uno ve el horizonte y la historia de cómo ha incrementado la clase media y se incrementa el acceso a servicios de salud, probablemente no habrá mucha diferencia entre ambas candidatas cuando se analizan soluciones ejecutadas por países miembros de la OECD, Unión Europea y América del Norte.
Y seguramente Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez tendrán algunas diferencias ideológicas, pero probablemente tendrán muchas más similitudes en las propuestas; las dos son mucho más parecidas en sus intenciones y los retos que enfrentarán. Por más diferencias ideológicas expresadas por ambas candidatas, hay relativamente pocas opciones y solución a los problemas más urgentes y graves que enfrenta México a corto plazo. Y sí, está el tema de los recursos. ¿De dónde obtendrán dinero y recursos para financiar las urgencias de los tres primeros años del siguiente sexenio? ¿Por qué señalar los primeros tres años? Porque no importa quien sea la presidenta, hay el potencial de que ella enfrente una revocación del mandato. Hay una realidad a la que no podrán escapar ninguna de las dos candidatas: al concluir la presidencia, Andrés Manuel López Obrador dejará las arcas vacías y proyectos de infraestructura catastróficamente inviables, además de un sistema de salud y pensiones disfuncional, que requerirán recursos inimaginables si es que no hay una reforma fiscal.
Ante esta realidad, la apuesta de ambas candidatas debería ser rodearse, a diferencia de AMLO que se rodeó de incompetentes, de extraordinarios asesores que tengan conocimiento y capacidades que le darán a las candidatas mejores oportunidades de enfrentar los retos de ingobernabilidad. Y esta preocupación por el futuro del país debería verse reflejado en las campañas. Aunque la apuesta de los asesores de campaña es que las candidatas usen un lenguaje que busque polarizar a la población, una estrategia que fue y sigue siendo muy efectiva para López Obrador. Pero esto sería un error. Ante los retos que enfrenta el país, la gobernabilidad dependerá de que ambas candidatas inicien un proceso de unificar a la población, por lo menos alrededor de algunas ideas básicas: No promover más violencia mediante el uso de palabras, cuidar el lenguaje que promueve aún más polarización, hacer un llamado de atención a aquellos que promuevan el racismo, clasismo, sexismo, odio a las minorías y los vulnerables.
Y aunque será difícil para la candidata Claudia Sheinbaum, el hecho de que sea la candidata de AMLO no significa que tenga que gobernar y cometer los mismos errores que el presidente. La siguiente presidenta, a diferencia de López Obrador, tendrá que buscar gobernar para todos y todas, y no solo para aquellos que votaron por ella.