Estamos a semanas de que concluya este año y es difícil pronosticar los grandes retos que enfrentará México en el siguiente año. Y si no podemos anticipar lo que sucederá en año entrante, mucho menos qué enfrentaremos en el 2025. Esta falta de claridad no es usual; alrededor del mundo, analistas buscan anticipar algunas de las tendencias básicas: Cuánto creceremos, cuánto exportaremos, cuánto incrementará la deuda, cuál será la inflación, o el valor del peso y el barril de petróleo. Y los analistas, con o sin experiencia, lanzan números, algunos temerarios otros certeros. De esta forma, inversionistas, la clase empresarial y gobiernos deberían tomar decisiones en base a esta información. Obviamente, para un gobierno entrante tener acceso a datos creíbles y veraces son fundamentales para iniciar estos datos.
El 2024 presenta retos adicionales que dificultan anticipar tendencias, que incluyen el proceso electoral más grande en la historia de México en un país que está altamente polarizado y donde el crimen organizado ha incrementado su control territorial. Estos factores, obviamente, inyectan un nivel de incertidumbre en la economía y en la gobernabilidad del país. Pero, aun así, con la información que se cuenta en el momento de escribir esta colaboración, las expectativas son de un proceso electoral de estado, debería de ganar Claudia Sheinbaum, pero la oposición podrá detener el control de las cámaras por el partido oficial. Además, habrá mucha, mucha violencia, una economía relativamente estable hasta el final del año con tendencia a una crisis iniciando el 2025.
Estas afirmaciones están basadas en la información que se tiene en este momento, semanas antes de que culmine este año, 176 días antes de las elecciones del 2 de junio del año entrante. Pero también todos sabemos que el enemigo más peligroso es el enemigo en casa. Y aunque se podrá debatir sobre la fortaleza o debilidad de la candidatura de Xóchitl Gálvez y su equipo, es más probable que divisiones intestinas y errores de Andrés Manuel López Obrador serán lo que defina quién será la siguiente presidenta de México.
Pero hay un tema que podría sellar el futuro de México, sin importar quién sea electa presidenta y quiénes controlen las cámaras: El 5 de noviembre, 2024, se definirá quién es el presidente de los Estados Unidos y el futuro de México, el resto de los países del hemisferio, la Unión Europea y de la OTAN. Obviamente, la preocupación es la posibilidad de que sea electo de nuevo Donald Trump. Y aunque ciertamente, si Joe Biden es reelecto no hay garantía de que se mantenga el estatus quo en la relación bilateral. Obviamente habrá cambios, pero probablemente no van a desestabilizar el país o la relación de cooperación y coordinación.
Lo que sí sabemos es que, si es electo de nuevo Donald Trump, no solo es imprescindible, pero será más destructivo, algunos piensan que será vengativo contra sus enemigos y aliados por igual.
Hagan este ejercicio: Cierren los ojos e imagínense la primera reunión entre la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el presidente Donald Trump. Se me revuelve el estómago. Este sería el mismo sentimiento si la reunión fuera con la presidenta Xóchitl Gálvez. El problema es Donald Trump. Y su reelección representaría varios años de caos, inestabilidad que seguramente se verá reflejada en su política exterior y amenaza a las mismas instituciones democráticas. Esta zozobra se reflejará en la economía global y desestabilización en varias regiones del mundo.
Y esta desestabilización podría incluir a México, ya que entre los temas más difíciles que enfrentan la relación bilateral en este momento son cruce de migrantes, tráfico de fentanilo, la relación de México con China y lavado de dinero.
No sorprende que estos mismos temas se discutieron con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, quien visitó México esta semana. En lugar de abordar temas tradicionales que se discuten entre el secretario de Hacienda con su contraparte en la Secretaría del Tesoro, los temas de la dra. Yellen estaban más enfocados a los temas que tradicionalmente aborda el procurador de Justicia: cómo deben cooperar Estados Unidos y México para enfrentar a grupos del crimen organizado.
En conclusión, para entender cuáles serán los grandes retos que enfrentará la siguiente presidenta de México, tendremos que esperar lo que suceda el 5 de noviembre del año entrante, para saber quién es el presidente de los Estados Unidos.