Análisis sin Fronteras

Ya perdió la batalla en las redes sociales, corre el riesgo de perder la guerra

AMLO empezó a perder el control de la agenda y el control de la narrativa en las redes sociales debido a la estrategia de polarización en la que se embarcó el presidente desde que era candidato como estrategia de gobierno.

El enojo y la desesperación del presidente está presente y hasta cierto punto es comprensible.

Los reportajes de ahora cuatro medios extranjeros acusando a personas en el círculo cercano de Andrés Manuel López Obrador de haber recibido dinero del crimen organizado en por lo menos dos de sus campañas para la presidencia. Y seguramente el presidente y su equipo asumen ahora que, faltando tres meses para las elecciones en junio, seguramente habrá más reportajes, más información, más denuncias publicadas por periodistas nacionales y extranjeros, en medios nacionales y extranjeros. Y en realidad es poco lo que puede hacer el presidente y su equipo de asesores en este momento al no intentar implementar alguna estrategia de manejo de crisis.

Desde que fue electo jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, no solo con sus conferencias mañaneras, sino con su extraordinaria estrategia de comunicación, donde él controlaba la narrativa en los medios de comunicación y eventualmente, las redes sociales. Su estrategia de comunicación requería tener una extraordinaria credibilidad, AMLO continúa siendo un gobernante con aproximadamente 55 por ciento de popularidad. Pero además de tener la capacidad de controlar la agenda diaria gracias en gran parte a sus conferencias mañaneras que están durando en promedio más de dos horas y media.

Pero esta estrategia había sido muy efectiva hasta que AMLO empezó a perder el control de la agenda en las redes sociales. Y en parte la pérdida de control de la narrativa se debe a la estrategia de polarización en la que se embarcó el presidente desde que era candidato como estrategia de gobierno. Pero el problema de polarizar es que eventualmente, aquella parte de la población que no apoya al gobierno no solo pierde credibilidad, sino que también dejó de escuchar al presidente y los empuja a diario al enfrentamiento. Y qué mejor lugar para tener las batallas campales que las redes sociales.

Y ahora López Obrador, el que parecería el gran maestro de comunicación y control de la agenda, ya sea como encantador de serpientes o amenazando a los medios de comunicación, ahora ha perdido su capacidad de controlar la agenda, en el momento que más necesitaba asegurar ese control. Las redes sociales siguen siendo “the wild west (el salvaje oeste)”, donde se mezcla activismo, enojo, odios y enfrentamientos de visiones culturales y políticos, además con la ventaja del anonimato, y poco control y gobernanza.

Pero este problema no solo lo tiene López Obrador desde el 2016, mucho ha cambiado en los medios de comunicación y las redes sociales para gobernantes democráticamente electos: ante la facilidad de influenciar las elecciones y la opinión del elector, y el hecho de que en la mayoría de los países más del 50% de la población tiene acceso a celulares inteligentes, las redes sociales ahora son más relevantes para definir quién será el siguiente gobernante.

Y si uno le adiciona el uso de inteligencia artificial, que puede potencializar el contenido en las redes sociales (hablaremos de esto en otra entrega), aún más, y me pesa y me duele decirlo, que los mismos medios de comunicación tradicionales como TV, radio, prensa y aún medios electrónicos pierden relevancia.

“Las benditas redes sociales” fueron las herramientas que permitieron que López Obrador hablara directamente a sus seguidores. Ahora las redes sociales también son el espacio donde los opositores se comunican entre sí, además de atacar directamente al presidente. Y López Obrador no sabe contener el ataque y rápidamente está perdiendo control sobre la agenda.

El caso más específico y obvio es la etiqueta #NarcoPresidenteAMLO, donde, a mi humilde opinión, el presidente se ha equivocado en expresar por casi dos semanas su descontento. Sí es importante subrayar que hasta este momento, los reportajes de los cuatro medios extranjeros acusan a personas cercanas al candidato López Obrador de recibir los recursos del narcotráfico, ninguno señala directamente que AMLO sabía que su campaña recibía dinero del crimen organizado. Y eso fue lo que comunicó el gobierno de Estados Unidos esta semana, ante el reportaje del NYT.

Pero el problema para este gobierno es lo que no dicen las autoridades estadounidenses: si continúa la investigación en contra de las personas cercanas a López Obrador, que según los testigos participaron en las reuniones con el crimen organizado.

Y es aquí donde el hashtag #NarcoPresidenteAMLO es veneno, por el simple hecho de no poder o querer distanciarse de continuar las batallas por las redes, donde el INE tendrá poco qué decir y mucho menos capacidad para controlar la agenda. Y es aquí donde se pierden las guerras electorales.

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