El Instituto Nacional Electoral (INE), las candidatas y los candidatos, los partidos y muchos analistas se congratularon por lo que describen como una “jornada electoral pacífica”.
No lo fue.
¿En qué país, ya sea democrático o autoritario, describirían lo que vivimos en México, como elecciones “pacíficas” sin mayores contratiempos, cuando ya se han documentado más de 40 candidatos asesinados durante todo el proceso electoral? Y esos datos no están considerando las candidaturas y su círculo cercano que fueron víctimas de levantones y amenazas. Tampoco reconoce las renuncias a candidaturas por amenazas, como fue el caso del estado de Chiapas, de las más de 200 personas que decidieron hace dos semanas no participar en la contienda porque no tenían garantizado su integridad física.
Adicionalmente continuaron asesinando y amenazando candidatos y funcionarios días antes, durante y después de las elecciones de este domingo.
No habían pasado 24 horas de los anuncios del PREP sobre quién sería la virtual presidenta electa, fue asesinada el lunes, Yolanda Sánchez Figueroa, presidenta municipal y candidata a reelección del PAN en Cotija Michoacán, por hombres armados. Días antes, durante su cierre de campaña, la candidata panista enfrentó a dos hombres que realizaron disparos al aire con armas de alto calibre, con la clara intención de intimidarla a ella y a sus electores. En septiembre pasado fue secuestrada por un grupo criminal, con exigencias y ella reconoció, en entrevista, que estos grupos tenían exigencias que ella simple y llanamente no podría atender por estar fuera de su jurisdicción.
¿En qué país democrático o autoritario clasificaría como pacífica y con pocas novedades elecciones donde se han documentado más de 40 candidatos muertos?
Es importante subrayar que los candidatos y candidatos asesinados representan a todos los partidos.
El negar y no reconocer la violencia que vivieron cientos de candidatos, sus familias y colaboradores, es una absoluta falta de respeto a estos valientes demócratas.
El INE, los candidatos, además de los partidos deberían de haber llevado a cabo una ceremonia, con un momento de silencio, para reconocer la valentía de estas mujeres y esos hombres. Además del reconocimiento, un compromiso de encontrar y castigar a los asesinos. Su responsabilidad es dejar de negar la catástrofe democrática que representa asesinar, secuestrar y amenazar a los candidatos en las contiendas electorales. Y es importante iniciar la discusión y el debate de cómo asegurar la integridad física de los y las candidatas.
En el INE deberían instalar una pared de los candidatos “caídos”, con fotografías que serían un recordatorio diario a los funcionarios electorales y a los partidos de que la protección de la democracia también gira alrededor de la protección a las candidaturas.
Con las tendencias que surgieron en este violento proceso electoral, uno se puede imaginar que las organizaciones criminales prefieren amenazar y asesinar a candidatos como un mecanismo más barato que repartir efectivo a los votantes.
Si en las últimas elecciones no se han procesado a los asesinos de candidatos, para qué gastar tanto efectivo en resolver la elección presionando con billetes de 500 a dos mil pesos el voto. En un país donde hay 100 mil personas desaparecidas, y cerca de 190 mil homicidios reportados en este sexenio, uno entiende por qué las organizaciones criminales no se preocupan por ser detenidos e investigados.
México es el país donde “no pasa nada”.
Si no se castigan a los agresores y asesinos, esta impunidad claramente alentará en futuras contiendas el uso de violencia y asesinatos como una herramienta para incrementar, aún más, el control territorial y político de las organizaciones criminales.
Esta semana, en varias portadas de la prensa internacional, reconocieron a la dra. Claudia Sheinbaum como la siguiente presidenta de México. Pero también subrayaron los medios internacionales el futuro antidemocrático para México, si la nueva presidenta decide respetar la visión y el legado de su mentor, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador. Pero ningún medio no dio suficiente énfasis en el peligro que representa para nuestro país el que sistemáticamente se estén matando candidatos, sus familiares y asesores. No solo se debe de reconocer el fenómeno de violencia electoral como el gran reto a la democracia mexicana, el INE, los gobiernos federales y estatales, además de los partidos políticos tienen que tomar pasos contundentes para las siguientes elecciones.
De lo contrario, tendremos que reconocer que el control de las elecciones está en manos del crimen organizado, y por ende, estos grupos también controlan el país.
Y así es como mueren las democracias.