Análisis sin Fronteras

Sabotaje sexenal

Si el presidente López Obrador realmente quisiera apoyar a Claudia Sheinbaum en la transición presidencial, no iniciaría o agravaría el enfrentamiento con Estados Unidos.

El presidente Andrés Manuel López Obrador quiere que le vaya mal, pero muy muy mal, a la futura presidenta de México. ¿Por qué desearía esto a Claudia Sheinbaum, la persona que el mismo escogió para ser su reemplazo y ahora encargada de asegurar su legado histórico y mantener viva la cuarta transformación?

Y aunque algunos seguramente especularán que López Obrador busca dejar caos, discordia y polarización como una forma de ejercer control sobre el rumbo que tomará el siguiente sexenio. Otros analistas aseguran que es un arrebato vengativo en contra de la actual ministra Piña, por cuestionarlo y no permitir que se someta el Poder Judicial. Si pensamos en términos de cómo maneja el poder y su megalomanía, tal vez su objetivo es dejar suficiente desorden, para asegurar que lo extrañemos y recordemos su sexenio con añoranza.

Todos los presidentes en los últimos 100 años han buscado controlar la agenda y las decisiones de su sucesor intentando controlar la agenda y las decisiones que tomará la siguiente administración. Y no tiene nada que ver que la siguiente persona que gobernará México sea mujer. Lo más difícil para todo hombre o mujer, es soltar el poder.

Pero lo que está haciendo el Presidente va más allá de una añoranza de poder. Lo que estoy afirmando categóricamente es que el Presidente esta saboteando el sexenio de la nueva presidenta (y por ende haciéndole un gran daño al país).

La gran pregunta es, ¿por qué?

Cuando ‘ella’ tome protesta el 1 de octubre, ‘el’ le dejará el país en llamas por el dramático incremento en la violencia en los últimos meses. Desde que ganó las elecciones, arrollando a la oposición, con un bono democrático histórico, el Presidente ha insistido en que ella viaje a Sinaloa y apapachen públicamente entre los dos al gobernador Rocha, que es uno de los factores principales de la guerra intestina entre organizaciones criminales que se desató en el norte y que posiblemente se extienda a otras partes del país.

López Obrador quiere que le vaya mal, muy muy mal a Sheinbaum. Era absolutamente innecesaria exigir que se aprobara la controversial reforma judicial, en fast track, además de la eliminación de los organismos autónomos, arrasando con cualquier posibilidad de algún consenso. Fue un espectáculo desaseado y antidemocrático. Podrán defender las bondades de la reforma, pero es un hecho que países aliados, socios comerciales, organismos internacionales, juristas, países de la derecha e izquierda, han denunciado que es una locura.

Con la excepción del dictador Nicolás Maduro, que felicito al gobierno de México por las reformas. El comandante Hugo Chávez en su momento hizo algo muy similar, destruyendo y coaptando el Poder Judicial. Obviamente era de esperar una felicitación del gobierno venezolano.

La fuerte reacción del presidente López Obrador ante los relativamente ‘amables’ cuestionamientos del embajador de los Estados Unidos, Ken Salazar, me parece que es una forma de sabotear a la nueva presidenta. Si el presidente López Obrador realmente quisiera apoyar a Claudia Sheinbaum en la transición presidencial, no iniciaría, o agravaría el enfrentamiento con Estados Unidos a tres semanas de que López Obrador se supone que va a su finca. Además de que este enfrentamiento no ayuda a la aprobación de la famosa reformas judiciales, más grave todavía es que complica muchísimo lo que debería ser solo una revisión en el 2026 del TMEC y no una renegociación.

¿O tal vez el objetivo de López Obrador es la salida de México del TMEC? Hago este comentario porque todavía no ha tomado protesta la Dra. Sheinbaum, ya hay cuestionamientos de la capacidad que tendrá su equipo de llegar a un acuerdo en el 2026.

En un año, cuando se empiece a sentir el impacto en la gobernanza, en la economía y las relaciones comerciales e internacionales. ¿Para esto querían tener tanto poder? ¿Para imponer jueces sin rostro? ¿Incrementar la opacidad en el gobierno para proteger la corrupción? Porque hay que ser claros. Las reformas que propicien el desastre serán recordadas como el ‘desastre de Sheinbaum’, y si por alguna razón hay un resultado razonable, será recordado como el ‘legado de Andrés Manuel’.

Tal vez lo que no queremos reconocer es que el presidente López Obrador ya nos dijo claramente su objetivo: no solo anunció que su hijo ‘Andy’ López buscará una de las dirigencias en Morena, pero que el ambicionaba, eventualmente, un puesto de elección popular. No creo que el heredero de AMLO busque ser presidente municipal de Villahermosa, o gobernador de Tabasco. Lo están perfilando para ser presidente en 2030.

Lo que no entiendo entonces, ¿por qué destruir el país en el intento?

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