Análisis sin Fronteras

Adiós al Ejército

Asumiendo que en cinco años las Fuerzas Armadas dejarán de ejercer funciones de seguridad pública, este sería el momento para empezar a establecer la reestructuración del Ejército mexicano.

Al estar pasando 'revista' a las 'tropas' en un carro sin cubierta, en la primera hilera estaba sentado en medio el presidente Andrés Manuel López Obrador. De un lado, el secretario de la Defensa, el general Luis Cresencio Sandoval; del otro, el secretario de la Marina, almirante José Rafael Ojeda Durán. En el asiento de atrás estaba el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, y el general Luis Rodríguez Bucio, coordinador de la comandancia de la Guardia Nacional.

El orden de los factores sí altera el producto. El mensaje era contundente: el secretario de Seguridad, que por mandato constitucional se suponía que tendría el 'mando' o supervisión de la Guardia Nacional, por lo menos en su arranque, reclutamiento, adoctrinamiento y abanderamiento, estaba atrás. Pero son militares y están bajo mando militar. Punto.

Y probablemente era la única forma de poder crear una institución de 75 mil elementos en menos de seis meses. Los recursos, la capacidad organizacional y, sobre todo, la disciplina, la tienen las Fuerzas Armadas. Especialmente a la luz de la desaparición de lo que era la institución que acobijaba a la Policía Federal y la creación de una institución nueva que recibía las funciones que tenían Gobernación –incluyendo el Cisen (para convertirse en el CNI). No era realista pedir a una institución incipiente la creación, implementación y mando de una Guardia Nacional, que podría alcanzar hasta 150 mil individuos. También por la capacidad bélica de las organizaciones criminales era fundamental tener el conocimiento de cómo enfrentarlas, know-how que tienen las Fuerzas Armadas por su experiencia en materia de seguridad pública, ante la incapacidad de los policías civiles de la última década.

Pero, sobre todo, la única institución en el país que tiene en este momento los recursos y los elementos son las Fuerzas Armadas. Y así como el presidente les ordenó construir un aeropuerto, crear viveros para el programa Sembrando Vida y combatir el sargazo, no sorprendió que les exigiera que tomaran la batuta de este gran experimento, que es la Guardia Nacional, para enfrentar los índices históricos de violencia que se viven en el país.

Por eso, por lo menos en imagen y realidad de cómo operaría la Guardia Nacional, los responsables tendrían que ser las Fuerzas Armadas, mientras que el responsable político y operativo es el secretario de la Defensa. La imagen de dónde se sentaron todos los funcionarios alrededor del presidente es un reflejo de esa realidad.

El alabo y reconocimiento del presidente de México a sus Fuerzas Armadas se ha sentido en los últimos meses, incluyendo el 1 de julio, en el AMLOFest, cuando López Obrador elogia el esfuerzo que se hizo con la creación de la Guardia Nacional –reconocimiento que no recibió el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana. Otros secretarios, en otros ramos, tampoco recibieron ese reconocimiento público.

Pero, ¿podría ser que el objetivo real de este acercamiento y reconocimiento por parte del presidente es desaparecer por completo al Ejército mexicano? Los comentarios que hizo durante una entrevista con la revista Proceso son reveladores y seguramente preocupantes para los que creemos en la importancia de tener un Ejército con capacidades para enfrentar amenazas a la seguridad nacional: "Si por mí fuera, yo desaparecería al Ejército y lo convertiría en Guardia Nacional, declararía que México es un país pacifista que no necesita Ejército y que la defensa de la nación, en el caso de que fuese necesaria, la haríamos todos. Que el Ejército y la Marina se convertirían en Guardia Nacional para garantizar la seguridad".

También en una entrevista que le hice al secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, hace algunos meses, él señalaba que había que revaluar la necesidad del Ejército ante la realidad de que México no enfrenta amenazas del exterior. ¿Para qué tener un Ejército?

Sabemos, por lo menos, que hay la intención expresa de desaparecer al Ejército y convertirlo en Guardia Nacional. Intención que surge al no entender claramente cuáles son las funciones de seguridad nacional que ejercer el Ejército mexicano y la Armada de México.

Asumiendo que en cinco años las Fuerzas Armadas dejarán de ejercer funciones de seguridad pública, este sería el momento para empezar a establecer la reestructuración del Ejército mexicano y cuáles serían sus funciones ante las amenazas a la seguridad nacional que enfrenta el país en el siglo XXI. De lo contrario, seguramente por falta de conocimiento y de recursos o por razones ideológicas, no nos sorprenda que de un plumazo traten de desaparecer a una de las instituciones más importantes para la democracia mexicana.

COLUMNAS ANTERIORES

¡Socorro, auxilio, llegó septiembre negro!
La peligrosa apuesta de Kamala: alegría y esperanza

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.