Como me gustaría ser una mosca en la pared cuando se lleve a cabo la reunión entre los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump. Faltaran 117 días para las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Esto implica que cualquier declaración, cualquier evento, cualquier tuit que publique el controversial presidente de Estados Unidos tendrá un único objetivo: asegurar su reelección.
Y los tres mensajes que seguramente buscará subrayar el presidente Trump durante su entrevista con López Obrador será cómo se cumplieron sus promesas de campaña: Desapareció "the worst trade agreement in history" o sea el NAFTA. El nuevo acuerdo, dirá Trump, es mucho mas justo para las empresas y trabajadores estadounidenses. Seguramente le agradecerá al presidente de México por pagar el muro, gracias a la ventaja competitiva que tendrán las empresas estadounidenses con el TMEC y el despliegue de la Guardia Nacional para detener migrantes centroamericanos. Seguramente Trump anunciará que si es reelecto presidente él asegurará los recursos para que, en cuatro años, ahora sí, construirá un muro que limitará por completo ambos países. Con ese muro detendremos 'migrantes y la propagación del Covid', seguramente dirá el presidente o sus portavoces. Algunos operadores del presidente Trump tal vez piensan que una foto con el presidente de México podría ayudar a acercar al presidente Trump con algunos electores hispanos. Esta forma de pensar es una locura. Lo que sí pudiera ocurrir es que electores de descendencia mexicana seguramente odiarán a López Obrador por prestarse a apoyar a la campaña de Trump.
También está la otra agenda, la agenda secreta, temas que tal vez no se discutirán en público, si le va bien al presidente AMLO. La Casa Blanca seguramente le llamará la atención por la forma que ha tratado a varias empresas e inversiones estadounidenses, incluyendo empresas en el sector energético, farmacéutico y de otras industrias. Y aunque el presidente de México hablará de cómo estas empresas neoliberales extranjeras están coludidas con la oposición y que son corruptas, habrá un manotazo de la Casa Blanca: México debe de proteger la inversión extranjera. No dudaría que algunas empresas mexicanas también quieran subirse al tren, buscando protección de sus inversiones gracias al presidente Donald Trump.
Para Enrique Peña Nieto, invitar a Trump a México y darle estatus de jefe de Estado cuando era candidato a la presidencia, fue una de las debacles más importantes que se reflejó en su índice de popularidad y el 'mal humor'. Trump lo traicionó, y Peña nunca se recuperó en las encuestas. Además, fue el 'Waterloo' de Luis Videgaray (y algo similar pudiera sucederle al ahora secretario Marcelo Ebrard). Pero, a Andrés Manuel todavía le queda un poco de teflón, y tal vez en unas semanas la reunión quedará olvidada-siempre y cuando Trump no lo traicione, de la misma forma que lo hizo con Peña.
Pero si el presidente Andrés Manuel puede meter a la agenda algunos temas que son fundamentales para el país, como la protección de las remesas y los migrantes que se envían a México, no todo será en vano. Tal vez lo único que quiere AMLO es inteligencia de expresidentes y exfuncionarios mexicanos, para seguir subrayando su agenda anticorrupción, antineoliberal y golpear a la oposición.
Pero sí será fundamental la otra agenda de Andrés Manuel López Obrador cuando esté en Washington, incluyendo reunirse con la demócrata y presidenta del Congreso, y archienemiga de Trump, Nancy Pelosi. Buscar una reunión con el candidato Joe Biden sería fenomenal, pero eso enloquecería a Trump, por lo tanto, no valdría la pena. De ser posible, buscar acercarse a la comunidad de migrantes mexicanos, y reunirse con empresarios mexicanos y estadounidenses, pero creo que eso es mucho pedir de AMLO.
En el mejor de los casos, la historia recordará la reunión entre AMLO y Trump como un meme: dos presidentes tratando de mantener una 'sana distancia' con caras desconcertadas. O tal vez lo recordaremos como la reunión donde dos mandatarios, reuniéndose en medio de una pandemia, donde ambos politizaron el uso de cubrebocas, y ambos acaban enfermándose de Covid-19. Los historiadores se pelearán por definir quién enfermó a quien. En México, se recordará como un segundo presidente de México que se prestó para apoyar electoralmente al presidente Donald Trump y posiblemente la destrucción de la carrera política de otro canciller, si es que la historia se repite cuatro años después.
Todo señala que será un evento digno para una serie televisiva. Vayan comprando sus palomitas para ver la función.