Análisis sin Fronteras

Don AMLO de la mancha y los remolinos de coronavirus que lo aquejan

López Obrador gobierna en el pasado y le tiene pavor a los foros internacionales; sus secretarios y equipo de asesores carecen de experiencia o simple y llanamente son incompetentes.

La crisis mundial del Covid-19 nos confirma algo que muchos analistas sospechábamos: Andrés Manuel López Obrador es un líder único, con una visión particular de cuál es el papel del gobernante y un estilo de liderazgo que no es incluyente. Más que un caudillo, él es como el Quijote, enfrentando sus remolinos de viento completamente solo. Y aunque hay que reconocerle al presidente López Obrador que, más que un ejército, tenía un auditorio cautivo de millones de mexicanos esperanzados de que él pusiera un verdadero factor de cambio en su vida diaria, la pesadilla que está a punto de despertarse el país confirmará que AMLO es un Quijote, no un gobernante.

Y tal vez, si no se hubiera cruzado la epidemia mundial del Covid-19, la historia sería mucho más amable con el legado histórico de Andrés Manuel López: sí, AMLO sería recordado como el presidente que retrasó por más de dos décadas el crecimiento de la economía, pero marcó las bases de la transformación de un México más igualitario, más justo y sobre todo menos corrupto.

Pero para enfrentar la crisis del Covid-19, México necesita un presidente con una visión más moderna de gobernar, con un buen entendimiento del contexto internacional, con un equipo de secretarios y asesores experimentados y con muchísimo conocimiento en sus áreas, y dispuesto a crear consensos con todos los sectores de la sociedad mexicana.

López Obrador ha demostrado ser todo lo contrario: gobierna en el pasado, le tiene pavor a tener presencia en los foros internacionales, los secretarios y su equipo de asesores carecen de experiencia en su ramo o simple y llanamente son incompetentes. Pero lo más grave es que el presidente no respeta a su equipo y no escucha, con algunas marcadas excepciones.

Pero lo más grave de la forma de gobernar de Andrés Manuel es que no busca consensos, al contrario, gobierna dividiendo. Y si México viviera un momento de relativa normalidad, tal vez este estilo de liderazgo podría ser muy efectivo para amarrar a sus seguidores, quienes estarían dispuestos a continuar apoyándolo, pase lo que pase.

Pero este probablemente será el defecto que definirá cómo será recordado Andrés Manuel López Obrador: en la crisis más grave que ha vivido México en su historia moderna (con excepción de la Revolución), AMLO fue incapaz de hacer un llamado a todos para crear una alianza nacional, para que todos los actores de la sociedad juntaran esfuerzos para sacar a México adelante.

El desdén del presidente al sector empresarial y a todas las cámaras de la IP es verdaderamente sorprendente, porque más allá de las exigencias que están haciendo las organizaciones empresariales e industriales, desde exigir claridad en las implicaciones legales de las decisiones de gobierno hasta posponer la implementación del acuerdo comercial del TMEC, hay una verdad inamovible: sin el compromiso del sector empresarial es casi imposible de que México no caiga en una crisis de ingobernabilidad. Me dicen los empresarios que no solo temen por la viabilidad de sus empresas y por asegurar salario a sus empleados, también habrá momentos en que asegurar no solo empleo, sino acceso a alimento, agua, medicinas, necesidades básicas, servicios médicos y seguridad será imposible sin la participación de la IP. La estrategia #QuedateEnCasa solo funcionará con el apoyo de la IP.

En los Estados Unidos los paquetes de rescate incluyen apoyos a la población desempleada, que en este mes se incrementó en más de 3 millones de personas (habiendo estado en el nivel más bajo de desempleo en la historia), pero también hay recursos para buscar detener el tsunami de empresas que caerán en bancarrota. Por ejemplo, esta semana Trump propuso, entre los múltiples paquetes de rescate, un programa de 350 mil millones de dólares en préstamos para asegurar que Pymes puedan pagar el salario de sus empleados.

La respuesta del gobierno mexicano fue exigir que las empresas se responsabilicen por sus deberes fiscales. AMLO dijo que va a rescatar a los mexicanos, no a las empresas.

Pero ante la posibilidad de que millones de mexicanos se enfermen -posiblemente morirán miles y miles, hay que ver lo que está pasando en EU-, por qué no crear una alianza nacional con el sector empresarial, los gobernadores, las iglesias, las ONG y partidos políticos. Ni con todos los secretarios ha querido promover un frente público. Y el no compartir la responsabilidad de enfrentar esta crisis implica que la responsabilidad del fracaso caerá completamente en AMLO, el Quijote solitario.

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