Análisis sin Fronteras

El problema no es Andrés Manuel

Si se quiere expresar públicamente el desacuerdo con López Obrador también deben incluirse pancartas contra los legisladores, políticos y partidos de la oposición.

El problema no es Andrés Manuel López Obrador. Es la persona que lo reemplace en la presidencia. Y aunque sí son preocupantes las decisiones que ha tomado el presidente con relación a la economía y el tono que usa en las mañaneras, que podría estar creando crispación y división entre los mexicanos, la verdad es que tiene una visión muy clara de lo que va a ser la cuarta transformación.

Y como dice él: "va a pisar callos" y eso no le va a gustar a los "conservadores" y a los "liberales". Pero nadie se sorprenda. En la campaña dijo lo que iba hacer y está cumpliendo. Los que no estaban de acuerdo con su propuesta de gobierno, simple y llanamente no salieron a votar en números suficientes en contra de AMLO.

Por eso los que marcharon el pasado fin de semana pidiendo #AMLORenuncia, están en un error. Lo que menos deben de estar buscando aquellos que no están de acuerdo con sus propuestas es una salida antidemocrática, y además no es una solución realista al descontento que pueda surgir.

Lo importante en esta coyuntura es proteger y promover los pesos y contrapesos que requiere toda democracia. Y hasta el momento, el presidente se ha mantenido dentro del Estado de derecho y no ha violado abiertamente la Constitución. De nuevo, ha tomado decisiones que ciertamente no son populares en ciertos sectores, pero hay mecanismos para detenerlo. Entre ellos el uso del amparo. Los jueces juegan un papel fundamental en los pesos y contrapesos.

Deben transparentar información y datos duros, que podrán cuestionar, pero al fin de cuentas son datos irrefutables que representan tendencias económicas o en el ámbito de seguridad. También son importantes las voces de los expertos. Aunque rechaza a los expertos nacionales, seguramente personas alrededor de él escucharán a expertos internacionales, que simple y llanamente pueden cuestionar el modelo de desarrollo que está proponiendo. O la estrategia de seguridad que él afirma va a pacificar al país. Es aquí donde los historiadores también juegan un papel importante, al destacar que tal vez la forma en que AMLO entendió la historia de México u otras partes del mundo, simple y llanamente no es cierto. O simple y llanamente no aplica a la realidad que vive México en el siglo XXI.

También está el Congreso y el Senado. Los legisladores de la oposición claramente pueden detener reformas constitucionales. Pero parecería que no entienden esta función fundamental de jugar el papel de una oposición sensata y responsable, que acote al Ejecutivo en aquellas reformas que podrían tener repercusiones a largo plazo. Pero como lo comentamos en este espacio con anterioridad, parecería que varios de los legisladores siguen jugando la comparsa del poder con Andrés Manuel. Y esta irresponsabilidad debería de tener un costo político e histórico. Porque más allá de que uno esté de acuerdo o no con la cuarta transformación, parecería que legisladores del PRI y del PAN son rehenes o cómplices de Morena. Esta crítica también va por igual a gobernadores y presidentes municipales.

Sugiero a las personas que quieran expresar públicamente su desacuerdo con el presidente Andrés Manuel López Obrador, que también incluya pancartas expresando su enojo contra los legisladores, políticos y partidos de la oposición.

Parte del desastre de los últimos años no son las políticas neoliberales ni la visión de los conservadores de cómo gobernar.

El problema fue que los pesos y contrapesos no estaban, o no fueron lo suficientemente fuertes para detener y castigar los malos gobiernos.

Por eso insisto, el problema no es AMLO. Es la persona que será el siguiente mandatario, que ante la debilidad de los partidos de oposición, su incapacidad de lanzar candidatos que ganen por lo menos la Cámara de Diputados para que el presidente no tenga el control completo de ambas cámaras, y la falta de protección a las instituciones que permiten transparentar la información y que pueden llevar a cabo elecciones democráticas, pues tendrá el camino abierto para ser un gobernante autoritario. Especialmente porque el siguiente presidente de México tal vez no sea ni de Morena, pero no tendrá el apoyo tan contundente y arrasador que tiene AMLO. Pero sí tendrá un país donde no se podrá acotar a un gobierno autoritario, por la destrucción de los pesos y contrapeso.

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