Análisis sin Fronteras

Gasolina y seguridad nacional

En otros países, cuando sube el precio de la gasolina o hay desabasto por alguna razón, puede haber rápidamente focos rojos de inestabilidad.

Es peligroso para la gobernabilidad del país la decisión tan precipitada y desorganizada del presidente de enfrentar a los huachicoleros. En cualquier otro país democrático o autoritario, el presidente o gobernante seguramente estaría tambaleándose.

Cualquier decisión relacionada con el precio, el acceso o posible desabasto de combustibles tiene implicaciones de gran magnitud.

No considerarlo en cualquier política como un tema de seguridad nacional ha resultado, en el mejor de los casos, en la parálisis del país; en el peor, en la caída de un gobierno democráticamente electo.

Que le pregunten al presidente francés Emmanuel Macron, quien trató de incrementar los impuestos a la gasolina como una medida para que su país disminuyera los gases que están impactando en el cambio climático y así reducir el efecto invernadero. También buscaba con este esfuerzo promover energías alternativas y que Francia dependiera menos de combustibles fósiles.

La decisión de Macron, en verdad, tenía un objetivo noble. Pero la reacción de la población fue tal, que se tradujo en protestas a nivel nacional y los peores disturbios que ha vivido París en décadas. Y a pesar de que el presidente Macron reculó, las protestas de los "chalecos verdes" siguen y ahora la exigencia es su "cabeza", la renuncia del presidente francés.

Por eso en países como Colombia, uno de los objetivos principales de la guerrilla ha sido atacar los oleoductos, por el impacto que tiene en la población y la presión que se ejerce en el gobierno. Se consideran actos "terroristas".

Y así, en otros países, cuando sube el precio de la gasolina o hay desabasto por alguna razón, puede traducirse rápidamente en focos rojos de inestabilidad. El desabasto o subir el precio de la gasolina puede precipitar inflación, desaceleración o recesión en cuestión de semanas o meses.

Pero no fue el caso en México, porque estamos viviendo la "era AMLO" y la cuarta transformación, donde cosas sorprendentes y los supuestos políticos normales no aplican. Si analizamos la encuesta de popularidad de AMLO, publicada en El Financiero esta semana, después del anuncio de su cruzada en contra del robo nacional de gasolina, el apoyo al presidente aumentó casi seis puntos en menos de dos semanas, de 70 a 76 por ciento de aprobación. Y cuando le preguntan a los encuestados si están de acuerdo con cerrar los ductos de distribución para combatir el robo de combustible "aunque haya desabasto", un 64 por ciento dijo estar de acuerdo versus el 34 por ciento.

Estas cifras son verdaderamente increíbles y es una muestra más del apoyo y la credibilidad que tiene el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Pero el hecho es que los índices de aprobación no son el termómetro para evaluar si fue correcta la implementación de su estrategia antihuachicoleo, además las amenazas a la seguridad nacional, por el desabasto, persisten.

Obviamente había que enfrentar el robo de gasolina. Obviamente es una vergüenza que se haya incrementado el robo en forma tan desmedida, especialmente en el último sexenio, donde estas organizaciones criminales de huachicoleros se volvieron amenazas a la seguridad pública y la seguridad nacional de muchas regiones del país. Y es especialmente criminal el hecho de que funcionarios y miembros del sindicato de Pemex probablemente estaban involucrados. Particularmente preocupante es el hecho que empresas importantes probablemente estaban involucradas en la compra de huachicol, como parte de su "plan de negocios".

Había que hacer algo. Pero se requiere paciencia para implementar un plan integral donde los organismos de inteligencia, las procuradurías, las Fuerzas Armadas, junto con los programas de desarrollo, coordinaran esfuerzos para evitar que sucedieran el desabasto y los ataques a los oleoductos.

Pero no así. Con un poco de paciencia y planeación se podría haber prevenido o reducido el desabasto, se podrían haber desarrollado operativos para detener a los cabecillas de las organizaciones que estarían detrás del sabotaje a los oleoductos, o detener a otros individuos que podrían promover desmanes. También se podría haber preparado a la industria y a la población con programas de contingencia. Negociar con pobladores que dependen del huachicol, tener lista la implementación de programas de apoyo y, sobre todo, poner en marcha programas contracíclicos para que el impacto a corto plazo en la economía no empuje en México la desaceleración o la recesión que se espera en la economía global.

El pueblo ama a AMLO. Y ojalá que, por el bien de la estabilidad del país, este afecto continúe.

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