"Va a desaparecer el Cisen". Fue una de las propuestas del candidato Andrés Manuel López Obrador, quién reclamó también que el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) ya ha investigado a toda su familia, y que va a reubicar a las personas que realizan ese tipo de trabajo en otras instancias gubernamentales. "Ya no van a estar perdiendo el tiempo estos que se dedican a espiarnos a los opositores, van a tener que ocuparse de otras cosas y van a tener que trabajar en otras funciones del gobierno", sugirió López Obrador, mientras cerraba una gira por Puebla la semana pasada.
Habría que preguntarle a Olga Sánchez Cordero, la futura secretaria de Gobernación, si gana AMLO, si esta propuesta fue una ocurrencia o estaría proponiendo el candidato de Morena no tener un aparato de inteligencia civil, que les pueda proporcionar información sobre las amenazas a la seguridad nacional.
Ricardo Anaya, candidato a la presidencia por parte de la coalición PAN-PRD-MC, asegura que el Cisen lo persigue. Apenas hace unas horas, en sus redes sociales publicó videos y fotografías de personas que lo han estado siguiendo, así como las placas de sus vehículos. Anaya declaró en sus publicaciones que "los órganos de inteligencia se deben utilizar para perseguir a los delincuentes, no para espiar a la oposición. Por eso estamos como estamos. Le exijo al gobierno una explicación".
También Vicente Fox, en el 2000 cuando era candidato del PAN a la presidencia, llegó a tener desprecio por el Cisen porque el organismo de inteligencia, a un mes de la elección, remitió a los diarios mexicanos, a través de la Secretaría de Gobernación, un informe sobre las relaciones empresariales y personales del entonces candidato presidencial. El Cisen fue señalado como responsable y fue un escándalo. En la administración de Fox el Cisen fue golpeado, pues algunas de sus áreas relevantes fueron desmontadas y algunos cuadros se cambiaron a otras funciones, en muchos casos a la Policía Federal Preventiva (PFP).
Pero en cambio, en diferentes momentos, representantes de varios partidos han exigido que el Cisen juegue un papel al investigar y hasta 'vetar' a los candidatos a elección popular. De esta forma los partidos no tendrían responsabilidad política si un gobernador, presidente municipal o un diputado tuviera relaciones turbias con algún grupo del crimen organizado.
Cuando Enrique Peña Nieto era candidato, cuestionó la estrategia del entonces presidente Felipe Calderón. Críticos de esta estrategia de confrontación o de 'alborotar el avispero' afirmaban que el único resultado fue incrementar en una forma dramática la violencia en contra la población, y citan los 60 mil muertos en el sexenio pasado como evidencia de una fórmula fallida. Probablemente la propuesta de cambio de estrategia más importante que propuso en ese momento el candidato Peña Nieto, y de hecho la preocupación que está reflejada en el Plan Nacional de Desarrollo (PND), era la necesidad de usar más la inteligencia para enfrentar las organizaciones violentas.
Como estamos viviendo uno de los momentos más violentos en la historia reciente del país, obviamente hay que hacerse la pregunta de qué pasó con la propuesta del presidente Peña y por qué falló su estrategia de inteligencia. Seguramente muchos se están preguntando cómo usaron los organismos de inteligencia del Estado en los últimos cinco años.
Obviamente ha habido abuso no sólo del Cisen, sino de todos los aparatos de inteligencia del Estado. Pero toda democracia necesita de un aparato de inteligencia civil dedicado a proporcionar información que permita al presidente y al gabinete de seguridad proteger a los mexicanos de las grandes amenazas a la seguridad nacional.
En el caso de México, este debate no debe enfocarse sólo alrededor de los abusos, debilidades y necesidades del Cisen; debe ser un debate sistémico, en el que se incluya el papel que juegan y las capacidades de inteligencia de la Policía Federal, la PGR (futura Fiscalía), la Sedena y la Semar, para poder tener una solución integral. El debate no debe de girar alrededor de si se puede espiar o no en México y fuera de su territorio; debe debatirse qué espían, qué información obtienen y con qué objetivo. Sobre todo, este debate requiere que se tenga absoluta claridad acerca de cuáles son las funciones de los organismos de inteligencia para establecer claros límites y responsabilidades, especialmente para deslindar responsabilidades políticas y penales cuando se abusa y se usa para espiar a la oposición.