Es increíble que, aun cuando se reconoce la importancia del embarazo, se puedan vivir experiencias traumáticas en una de las etapas cruciales de las mujeres. Diversos estudios confirman la violencia obstétrica en todo el mundo, afectando la vida misma y los derechos humanos de las mujeres embarazadas y de sus hijos e hijas por nacer.
En un artículo publicado en la revista The Lancet se han hecho evidentes los abusos que han sufrido las mujeres, durante el parto, en países de Ghana, Guinea, Myanmar y Nigeria. “El estudio investigó el maltrato a las mujeres durante el parto, que incluye abuso físico y verbal, estigma o discriminación, negligencia, falta de consentimiento informado y privacidad, entre otros”.
El estudio indica que de las 2,016 mujeres en labor de parto que fueron observadas, 838 (42%) experimentaron abuso físico, abuso verbal, estigma o discriminación; 282 (14%) padecieron abusos físicos, destacando las bofetadas, los golpes o los puñetazos; incluso 38 (2%) fueron sujetadas con fuerza en la cama. Gritos, regaños y burlas (762 mujeres) fueron las expresiones más comunes en los países estudiados.
La investigación es responsabilidad de la Dra. Meghan Bohren, de la Universidad de Melbourne (Australia), quien sentencia: “Promover una atención de maternidad respetuosa para todas las mujeres es fundamental para mejorar la equidad sanitaria y es un componente esencial de la calidad de la atención”.
El problema ha ido creciendo a nivel mundial y es más agudo en países poco desarrollados, como los analizados por Bohren. En este sentido, es fundamental que se atienda la violencia obstétrica por tratarse de un fenómeno que afecta tanto la vida como los vínculos iniciales entre madres e hijos o hijas.
El aumento de este problema ha sido tema de análisis y estudio por instancias, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En 2019, la relatora especial Dubravka Šimonović presentó ante la Asamblea General de la ONU un informe sobre el maltrato y la violencia contra la mujer en la atención del parto con énfasis en la violencia obstétrica. Al respecto se presentaron testimonios de mujeres que exponían distintas formas de violencia en los centros de salud, lo que detonaba la presencia de complicaciones durante el parto. La relatora sostuvo: “El maltrato y la violencia contra la mujer no solo violan el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia, sino que también pueden poner en peligro su derecho a la vida, a la salud, a su integridad física, su intimidad, su autonomía y a no sufrir discriminación”.
Otro de los países con evidencia sobre la presencia de violencia obstétrica es España. En 2021, Desirée Mena Tudela, investigadora del Departamento de Enfermería de la Universidad Jaume I fue entrevistada por la agencia SINC. La especialista alertó que de 17,500 cuestionarios hechos vía digital a mujeres embarazadas, “poco más del 38% de las mujeres encuestadas percibieron haber recibido violencia obstétrica, pero sospechamos que este porcentaje puede ser mayor”. Esto por tratarse de una encuesta a la que mujeres de bajos recursos pudieron no haber tenido acceso.
Como se aprecia, los índices son devastadores y la solución al problema parece no encontrarse.
En Early Institute reconocemos la importancia de ver qué sucede en otras partes del mundo con relación a la violencia obstétrica, ya que se trata de una problemática que vulnera las garantías más básicas de las mujeres embarazadas y de sus hijos e hijas por nacer. Los datos indignan y alertan sobre la necesidad de proveer a las mujeres embarazadas y sus parejas entornos seguros que protejan su integridad y para que el nacimiento y desarrollo de sus bebés sean los más adecuados, desde su concepción hasta el puerperio.