Salvador Nava Gomar

¿1x1?

Gobernar no es un partido de tenis (deporte en el que se aconseja concentrarse en cada punto en disputa), dice Salvador Nava Gomar.

En su conferencia mañanera del lunes pasado, el presidente López Obrador dijo, tras agradecer el apoyo ciudadano contra el huachicol, que una vez que se arregle el tema, irá por otros; pero de "uno por uno". Al día siguiente aludió a la frase "de uno en uno" para referirse al también grave asunto del robo de medicinas.

Gobernar no es un partido de tenis (deporte en el que se aconseja concentrarse en cada punto en disputa). No, es mucho más complejo y con una dimensión y complejidad sin iguales. El Estado es un ente multiorgánico y policéntrico, donde cada dependencia tiene un rol específico (competencia) en un determinado espacio (niveles y jurisdicciones).

El Estado es una población asentada en un territorio, regida por leyes que cumplen y hacen cumplir las autoridades para lograr el bien común. La dificultad del jefe de Estado es planear, coordinar, ejecutar, controlar y supervisar el cometido de cada dependencia, órgano o centro al servicio del país.

A su vez cada uno de estos órganos tiene múltiples funciones de servicio público. Cada uno con su programa, organización y responsables. Todo ello emana de la Constitución y las leyes que la desarrollan para cumplir objetivos específicos. El estadista tiene que ser un eficiente director de orquesta y no escoger sólo unas batallas que le distraigan de las demás. Tiene que actuar en simultáneo en distintos frentes y materias y apoyarse en su gabinete para que éste a su vez hagan lo propio. Tiene que ser eficaz en tiempo y esfuerzo con inteligencia y estrategia. Hacer que las cosas sucedan de lo general a lo particular y organizar su agenda de la forma más eficiente, no detenerse en asuntos que pueden ser atendidos por el aparato gubernamental.

Por ello se justifican logística y protocolos. No usar un avión o un helicóptero destinados al jefe de Estado, por ejemplo, hace que el presidente pierda, en traslados, tiempo que podría utilizar para concentrarse en acciones de mando. La tragedia de Tlahuelilpan lo confirma. Tardó horas en llegar por tierra…

Si los efectivos no eran suficientes ¿Por qué no pidieron refuerzos? ¿Quién estaba al mando? ¿Estaba enterado el comandante supremo? ¿No hay un destacamento militar a unos cuántos kilómetros de una refinería (cuestión de seguridad nacional)? Pareciera que hubo tiempo para aplicar los protocolos para casos de riesgo inminente. No hacerlo es negligencia, falta de capacitación y sensibilización de las tareas que le competen. Estamos perdidos en la discusión de la Guardia Nacional mientras la autoridad reacciona con lentitud. Podría haber negligencia por omisión y eso en otro país implicaría responsabilidad.

El presidente debe comunicar, pero no tanto ni en temas baladíes. Su reto a los huachicoleros ("a ver quién se cansa primero") no obedece a la lógica del Estado. Se detiene en detalles mientras se le escurre lo esencial. Con tan grave y absurda tragedia, cabe preguntarse quién verificó la presión, el taponamiento y en general las condiciones del ducto que derramó el combustible que se encontró con la chispa mortal.

No se planea, como ocurrió en la falta de respuesta inmediata y auditoría respectiva por la cancelación de la renta de 300 pipas de Pemex, en agosto del año y gobierno pasados, y ahora vemos la jactancia de reaccionar por la compra de 500 más: la secretaria del Trabajo y el mismísimo presidente, en la conferencia mañanera, dando el teléfono 5555579580 para la convocatoria a plazas de choferes de los nuevos vehículos.

Cuánto vale, en términos de importancia, el tiempo del presidente, como para destinarlo en asuntos de mero trámite. El presidente buscando choferes, para usar la frase popular, "cuida centavos y descuida los pesos", mientras alguien mal tomó la decisión de abrir un ducto perforado. La conclusión se muestra sola y no es baladí.

Al micrófono se puede decir cualquier cosa, quedar bien, hablar a sus seguidores; pero la tragedia es resultado de negligencia, falta de prioridades y ausencia de procesos con órganos especializados. Habrá que reorganizar.

Hace cosas de 1x1 y sin orden: primero cerró los ductos, luego avisó, después compró pipas y en seguida inició el proceso de reclutamiento para manejarlas. ¿No era todo al revés? Imposible no tener en cuenta Ayotzinapa o la Guardería ABC como terrorífico déjà vu.

Al final de la tragedia destinó horas en su traslado y volvió a tomar el micrófono como tanto le gusta. Anunció que seguirá por ese camino, lo que parece una franca insensatez.

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